Fue en 2006, en la estación de tren de Karlsruhe,
Alemania, cuando un señor en un perfecto español con acento caribeño, se me
acercó y me propuso una conversación entrecortada por el ruido de las máquinas
veloces que se acercaban y alejaban. Se llamaba Ernst Muller y nos había estado
escuchando a mi esposa y a mí antes de atreverse a saludar. Nos dijo que le
recordábamos su infancia en Venezuela, era hijo de un diplomático alemán y creció
en varios países del Caribe. Cuando llegó nuestro tren y era apremiante
despedirse, el hombre, que frisaba quizás la quinta década, apeló a mi
autoridad de historiador y alcanzó a preguntarme: “Quiero leer una buena
biografía de Simón Bolívar, ¿puede recomendarme una?”. Y le respondí rápido,
casi gritándole, mientras subía al tren: “La biografía de Gerhard Masur es la mejor,
el autor es un historiador alemán”. No sé si alcanzó a comprender mi respuesta
en medio del tumulto y el cierre de la puerta del vagón. Durante el viaje me
quedé pensando si me había apresurado o no con la recomendación.
Hoy, 2019, me afirmo en aquella sugerencia. Son varias
las buenas biografías sobre Bolívar, muchas escritas por escritores o
científicos sociales europeos o norteamericanos; pero a la hora de una
decisión, me inclino por aquella que publicó el historiador alemán en 1948.
Puede ser que hoy le hallemos muchos defectos y es cierto que fue por muchos
años la versión oficial de Simón Bolívar repartida por los funcionarios venezolanos;
al menos así era antes del advenimiento del chavismo. Sin embargo, Masur dejó
allí un modelo de escritura biográfica que juzgo imperturbable.
El historiador alemán nació en Berlín en 1901 y llegó
a Colombia en 1938, huyendo del nazismo; enseñó en la Escuela Normal Superior
entre 1941 y 1943. Allí impartió, parece, clases de alemán, latín, historia del
arte y filosofía. Había sido discípulo de Friedrich Meinecke, continuador del
legado de Wilhelm Dilthey. Sobra decir que el joven Masur, mientras vivió en
Alemania, no tenía en sus propósitos escribir una biografía de Simón Bolívar.
Fueron las circunstancias de su refugio en América que le incitaron a escribir
la biografía. También debió incidir su formación en el modelo biográfico
proveniente de Dilthey. Masur reflexionó sobre el asunto en 1952 y afirmó que
el autor de la Introducción a las
ciencias del espíritu había enseñado a establecer la necesaria conexión
entre vida individual y mundo, entre las vivencias íntimas y singulares de un
individuo y sus experiencias compartidas con otros seres humanos. El individuo
está hecho de relaciones, de conversación entre un yo y toda esa trama exterior que lo asedia y determina.
El legado de Masur en Colombia es borroso. Hace poco,
Gonzalo Cataño recuperó algunos de sus ensayos y reseñas. Los historiadores y
escritores colombianos no hemos recurrido con sistema a la biografía histórica;
nos hemos dejado seducir por las licencias de la ficción. Las biografías, que
dan cuenta de una vida y sus relaciones con una época de modo exhaustivo,
documentado, con voluntad de decir toda la verdad posible sobre el individuo y
sus conexiones, son raras en nuestro medio. Puede ser Bolívar, Santander, un
campesino boyacense, un artesano, una mujer escritora; en cualquier caso, la
biografía no parece un recurso ni un método, ni una forma de escritura dignos
de provecho. La investigación y la escritura biográficas exigen recursos,
paciencia y formación. Nuestras instituciones universitarias carecen de todos
esos atributos y las instituciones que supuestamente deben financiar la
investigación en ciencias humanas no apoyan la aventura de estudiar una vida. En
estos tiempos de conmemoraciones podemos intentar enderezar el camino al
recomendar, de nuevo, la lectura de biografías como la del alemán Masur.