Por: Enrique Uribe Carreño (*)
Estrasburgo, Francia, 18 abr (elpais.cr) –
“Todos nuestros males
vienen de la invasión del mundo de las finanzas, que no es otra cosa que el
egoísmo cristalizado”.
Los
diez candidatos a la presidencia francesa han hecho el mismo diagnóstico,
sin embargo, esas palabras no son de ninguno de ellos, salen de la boca de uno
de los personajes de La prima Elisabet, una novela que Honoré de
Balzac publicó en La Comedia Humana, en1846.
En la presente
coyuntura electoral hay un consenso sobre el origen del mal. La crisis
financiera de 2008 está presente tanto en los discursos de los candidatos como
en la mente de los electores que están asustados por lo que se les puede venir
encima después de las elecciones. El fantasma de la bancarrota griega vuela
sobre las cabezas galas.
“Mi verdadero
adversario nunca se presentará en unas elecciones, dijo François
Hollande, el candidato del Partido Socialista, y sin embargo es él el que
nos gobierna. Mi único enemigo es el mundo de las finanzas, que ha agravado las
desigualdades y se ha olvidado de las necesidades de la economía real. Y
Hollande repite una y otra vez: \"Seré el presidente de una república
que será más fuerte que los mercados\".
El presidente
saliente, Nicolás Sarkozy, de la Unión por un Movimiento Popular
(UMP), ya había sorprendido a medio mundo cuando dijo que había
que volver a fundar el capitalismo. “30 millones de parados en espacio
de dos años, he ahí el resultado de los mercados financieros”, señaló ayer,
sin sonrojarse.
La candidata de la
ultra derecha, Marine Le Pen, llama en sus arengas a “liberar a Francia de
los mercados financieros”.
Jean Luc Mélenchon,
el candidato del Frente de Izquierda, dice igualmente que hay que “quitarles
el poder a los bancos y a los mercados financieros”.
El candidato
centrista, François Beyrou, advirtió que Francia corría el riesgo de caer
dentro de unas semanas en la situación española y enseguida insistió en la
necesidad de “una estricta regulación de los productos bancarios y
financieros”.
La señora Eva Joly,
candidata del Partido Ecologista, ofrece incluso su persona como remedio al mal
que socava nuestro planeta, la solución está inscrita en las tres letras que
componen su nombre \"EVA, dice la candidata, estas tres
letras van a hacer temblar el mundo de la finanza y los paraísos fiscales: E
como Ética, V como voluntarismo, A como autonomía » .
Los otros cinco
candidatos hacen eco al mismo sermón. Todos parecen estar de acuerdo con
que hay que salir del lema “la vida es un negocio”.
Ahora
bien, ¿Quién podrá capear el temporal que se viene encima? Según los
sondeos, una gran mayoría de los franceses que han decidido no abstenerse el
próximo domingo (se estima que la abstención rondará el 30%) todavía sigue
indecisa.
La gente busca al
estadista que pueda protegerlos de la crisis, que como Crono devora a sus
hijos. Los mercados son el fuego y la finanza el viento que sopla y transforma
todo en tsunami.
Para lidiar semejante
monstruo se necesitaría un gigante, un verdadero estadista. El sentimiento
general es que en este momento no lo hay. Para satisfacción de los
latinoamericanos en esta campaña se han citado en Francia a tres ex presidentes
de ese continente como modelo de estadistas (Fernando Henrique Cardoso, Lulla
da Silva y Michelle Bachelet).
Para terminar habría
que citar nuevamente La Comedia Humana que ayudará a afinar el contorno
del presidente que los franceses buscan en estos días: “Puede considerarse
estadista, amigos míos, solo aquel hombre que sabe dominarse, y que sabe
sopesar cada acontecimiento, por muy casual que parezca; además, en su fuero
interno, él debe ser el espectador frío y desinteresado que observa todos los
acontecimientos de nuestra vida, nuestras pasiones y sentimientos, y que se
pronuncia, sobre cualquier cosa, con una sentencia que tiene el valor de baremo
moral”.
Lo menos
que puede decirse es que un hombre político así, no se ha presentado a
estas elecciones. Hoy en Francia hay cierta zozobra, quizás sea porque se
presiente la calma antes de la tormenta, quizás por la ausencia de un verdadero
líder que merezca el calificativo de estadista. Quizás los nuevos tiempos se
acomodan mejor a presidentes de bajo perfil que saben trabajar en equipo.
A falta de una figura
como Michel Bachelet o de un nuevo De Gaulle, o de un Lula da Silva galo,
solo queda esperar que los franceses no se vayan a deprimir, sino, les queda el
consuelo de tener a Balzac para siempre.
(*) Enrique Uribe
Carreño es Corresponsal de Elpais.cr en Estrasburgo, Francia.
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