Trilogía
universitaria básica
London Mendelssohn es, sin duda, la
novelista europea más importante de estos tiempos. Ha completado una trilogía
consistente que ha conmovido a lectores viejos y jóvenes. Y no se trata de la
mejor entre las mujeres escritoras, se trata de la mejor entre escritores y
escritoras de relatos de ficción hoy en día. Ha logrado una prosa depurada,
limpia, llana y, sobre todo, unas tramas que desbordan el paisaje de lo
previsible. A sus cincuenta y cinco años ha logrado acumular tres novelas
esplendorosas. Comenzó a publicar hace cinco años, con mucha cautela, casi con
recelo; lanzó en 2012 un libro de relatos cortos que parecían, en su momento,
esbozos al estilo de un pintor que tuvieron desarrollo nítido en su primera
gran novela, Razón perdida. Publicada
primero en alemán y, según la breve entrevista de Die Zeit, concebida entre 2003 y 2006, es el inicio de una
indagación, en método novelesco, acerca de cómo la razón ilustrada nació con su
propio desquiciamiento, que el exceso publicitario de la razón filosófica tuvo,
como en el doble rostro de Jano, la cara de la pasión irreprensible. “Los
hombres de razón vomitaban pulsiones de muerte”, dice en uno de los pasajes de
su opus magna.
London Mendelssohn se llama así por varias
razones que la vuelven autora con pasado y enigmas. Es hija de una pareja de
artistas judíos alemanes que, en medio de la segunda guerra mundial, se
refugiaron en Londres; su padre, Maximilien, fue un pianista célebre, heredero
del virtuosismo de su bisabuelo, Jakob Felix Mendelssohn; su madre, Aurore Halbwachs,
fue una pintora que dejó una generosa colección de cuadros en varias galerías
selectas de Europa. Su hija única nació en Londres y sus padres, como expresión
de gratitud, decidieron bautizarla con el nombre de la ciudad que los acogió.
Fue educada por sus propios padres, entre ensayos musicales y el taller de la
pintora; viajó con sus padres por Europa, Asia y África. Tuvieron una breve
estadía –un par de meses- en Sao Paulo, mientras su padre ayudaba a formar la
orquesta sinfónica y asimilaba las partituras legadas por Heitor Villalobos. En
Estados Unidos estuvieron tres años, a inicios de la década 1970. London tiene
muy pocos recuerdos del continente americano y, sin embargo, tiene un fluido
portugués y un correcto español con un inexplicable acento caribeño, como si
hubiese tenido contacto con gentes de Puerto Rico o del oriente venezolano.
Nunca fue a escuelas ni colegios ni liceos ni universidades, todo lo que sabe
lo aprendió deambulando según la agenda de sus padres artistas.
Desconcierta que en sus novelas, en su
trilogía, interesa el mundo universitario europeo de la segunda mitad del siglo
XVIII y primeros decenios del siglo XIX. Aprendió a hacer pesquisas en archivos
de catedrales, museos y universidades; tuvo acceso a epistolarios de profesores
y antiguos estudiantes en Florencia, Bolonia, Berlín, Viena y París. Primero
tuvo la “biographical temptation”, pensó en seguir minuciosamente los pasos de
un profesor de filosofía asesino que dejó varios cadáveres –de colegas y
estudiantes- entre lo que hoy es Italia y Alemania. El hombre nunca fue
atrapado, apenas considerado sospechoso en una ocasión; según London (prefiero decir Londres),
Friedrich Thomas Moenzer fue un frustrado filósofo de corte hegeliano que no
logró cátedra estable en ningún lugar y que en venganza por no recibir
reconocimiento ni publicación en vida de su obra, acudió a la venganza simple.
La novelista, usurpando el lugar de una detective anacrónica, ha logrado
reconstituir cinco asesinatos adjudicables al vengativo Moenzer. El apoyo
documental de su tesis decidió reunirlo en un volumen aparte, poco conocido,
publicado con reticencias por una pequeña editorial británica con el sobrio
pero diciente título Letters of a Murderer Philosopher, 1776-1802; no
hubo edición en alemán porque la familia de Moenzer, hoy relativamente poderosa
en Alemania, alcanzó a evitar tal escarnio en retrospectiva. Quizás por temor a
represalias, evadió la tentación biográfica y decidió camuflarse en la mezcla
de ficción y verdad que permite la novela contemporánea.
Su primera novela gozó de aclamación en la
rápida y exitosa traducción inglesa que ella misma hizo. Ella prefiere hablar y
escribir en la lengua que aprendió todos los días al lado de sus padres. Lost Raison (2014) se agotó rápidamente
y enseguida apareció la escabrosa historia de una logia masónica que reunía una
red de comunicación entre Zurich, Milan, Berlín y Estrasburgo; la logia The Faithful Thought se auto-aniquiló en
una seguidilla de asesinatos motivados por envidias y desconfianzas entre sus
miembros, en su mayoría grises profesores universitarios que habían recurrido a
fraudes y plagios para poder sostener su precaria imagen de autoridades
científicas. The Faithful Thought
(2015) fue otro éxito que condujo al siguiente para completar la trilogía que
llega a la Feria del Libro de Bogotá, se trata de turbios amores homosexuales
que consumieron a escritores y naturalistas alemanes y que tuvieron como
escenario salones y oficinas de la Universidad de Berlín. Natural History of the Science and the Love (2016), título irónico,
completa esta mezcla de novela negra y novela erudita que nos hace recordar que
en las universidades también se han cometido asesinatos, en nombre de la razón
y la ciencia.
Alberto Otaiza Gallion, escritor mexicano invitado, abril de 2017
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