Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

jueves, 10 de octubre de 2024

Pintado en la Pared No. 328

 Preguntas y respuestas sobre Historia Intelectual (parte 2)

Pregunta 2:

¿Qué papel ha jugado la interdisciplinariedad en la constitución epistemológica de la HI, y en qué aspectos han sido relevantes estas relaciones con la historiografía nacional?

Respuesta:

Otra vez, aunque no lo pida la pregunta, es necesario recurrir a la experiencia personal, porque no podría responder haciendo una generalización que puede irrespetar otras experiencias. En lo que a mi concierne, la HI es forzosamente interdisciplinaria y su interdisciplinariedad está fuertemente determinada por los aportes de la lingüística y los estudios literarios. Yo soy en muy buena medida el producto de las discusiones que hubo en la década de 1980 acerca del análisis de textos. Por fortuna o por desgracia mi formación inicial en la universidad transcurrió entre la lingüística y la literatura, en una permanente discusión sobre los métodos de análisis de los textos, y de textos no solamente literarios.

Uno de los debates más sostenidos tuvo que ver con el grado de autonomía del texto literario, si era suficiente el estudio inmanente de una obra; si el verdadero significado de una obra era el resultado de un análisis estrictamente morfo-sintáctico del texto. Entonces establecíamos vínculos entre la lingüística que nos proporcionaba una estructura general de la lengua, nos dotaba de unas categorías de análisis que nos llevaba a una poética que era el estudio de estructuras o realizaciones particulares de esa lengua. En esos análisis era posible, por no decir que obligatorio, olvidar al autor, al lector, a la historia literaria y cualquier información biográfica acerca del autor. Era la autosuficiencia objetiva del texto enfrentada a un sistema de análisis lingüístico que nos producía un significado, el significado del texto. Ese estructuralismo formal fue aleccionador, creó un rigor en el análisis, nos familiarizó con una terminología que tuvo trascendencia en las ciencias humanas; por ejemplo, se volvió habitual hablar de enunciados, sintagmas y paradigmas; de estructuras superficiales y profundas; de diferencias entre la diacronía y la sincronía. Un semestre universitario podría transcurrir leyendo un poema, descomponiendo sus partes, identificando la rima, el ritmo y la métrica; hallando aliteraciones, explicando el significado de una analogía, una metáfora, un encabalgamiento. Escasamente sabíamos el nombre propio del autor y el año de creación de la obra.

Pero ese estudio inmanente de un texto tuvo al frente otra alternativa; a la poética estructuralista le apareció una poética socio-histórica, una perspectiva ambiciosa de poner en conjunción texto, autor y época o ver el texto literario como una realización muy particular del sistema de lengua. Y esa realización particular solamente podía explicarse según el hablante (o autor) y su situación al momento de enunciar. Así apareció la obra de Mijail Bajtin que nos hizo ver el texto como algo finito, relativo y entonces el ejercicio de interpretación no se limitó al análisis lingüístico del texto y tuvo que ampliarse a una dimensión dialógica, de modo que era necesario reconstituir la conversación de la época que hizo posible crear ese texto con esos rasgos formales.

Esa tendencia socio-histórica tuvo cierto perfeccionamiento en la propuesta de Lucien Goldmann con su clásico libro Le Dieu caché. A mi juicio, el autor de origen rumano proponía una solución sintética que reunía los aportes del análisis estructuralista y la dimensión socio-histórica en la interpretación de cualquier creación intelectual. Él propuso un método basado en la comprensión y la explicación; la comprensión era la descripción precisa del texto, eso implicaba un proceso de análisis de su morfología y su sintaxis hasta dar cuenta de todas sus partes y relaciones, siempre en busca de una significación de esa estructura. Luego venía la explicación que era la inserción de la obra en una totalidad, en el universo de su socio-génesis. Por tanto, había un momento inmanente de análisis y otro momento socio-histórico con el fin de llegar a una interpretación plausible de cualquier obra.

A mi juicio, Bajtin y Goldmann contribuyeron a poner en relación la lingüística con la ciencia histórica. Hicieron posible pensar que todo texto remite a una realidad extra-textual, socio-histórica y, también, que toda investigación histórica remite a un sistema de lengua, a unos lenguajes y a unas formas discursivas. Esa conversación entre lingüística, poética, estudios literarios e historia ha sido muy productiva en las ciencias humanas por lo menos en las últimas cuatro décadas y considero que allí se fraguó mucho de aquello -o todo- que hemos querido llamar Historia Intelectual. Y, otra vez, según mi experiencia, esa conversación interdisciplinaria es la que mejor se ajusta a lo que he podido ser y hacer hasta hoy.tre linguistica,ersivas. E

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