PINTADO EN
POR GILBERTO LOAIZA CANO
Los historiadores y demás científicos sociales no podemos eludir el peso de las conmemoraciones; en Hispanoamérica, la conmemoración del bicentenario de la Independencia ha determinado agendas modestas o ambiciosas, controvertidas o discretas, con la participación entusiasta o crítica de comunidades de investigadores sociales, con el apoyo decidido o la desidia de los gobiernos. Ya había dicho en otra parte que esta conmemoración lanzaba desafíos sobre lo que se había hecho o dejado de hacer con el conocimiento histórico. Y que también desafiaba la consistencia de una disciplina volátil y la cohesión y coherencia de sus oficiantes. A esa conmemoración hemos tenido que añadir, en Cali (Colombia), otra de carácter más particular, que le atañe de inmediato a este trozo de país, se trata del centenario de la creación del departamento del Valle del Cauca.
Ante esos eventos, el departamento de Historia de la Universidad del Valle, compuesto de unos doce o trece profesores, ha debido tener alguna manifestación, si no unánime, al menos oportuna y clara. Hay que partir, por supuesto, de respetar los matices de formación y de convicción de quienes estamos administrativamente adscritos a un departamento de Historia; cada cual, supongo, con diverso grado de aprecio o interés (y también con diverso grado de conocimiento) por estas zalamerías o trascendencias de los festejos de hitos memorables y, a la vez, cuestionables. El caso es que el departamento de Historia al que pertenezco no ha tenido –hasta ahora- ninguna reunión en que haya discutido y acordado formalmente la participación en la organización de eventos relacionados con esas dos conmemoraciones. De hecho, no existe hasta hoy ninguna actividad pública al respecto que sea el resultado de una programación pensada y decidida por el conjunto de miembros de la unidad académica en mientes.
Agrego otra constatación. Hasta hoy ninguna autoridad académica o administrativa de la Universidad ha acudido formalmente ante el departamento de Historia para coordinar alguna actividad relacionada con el par de conmemoraciones que se avecinan. Sólo en la última reunión del Claustro de Historia (marzo 10 de 2009) nos informaron que la rectoría de la Universidad del Valle acudió al colega Alonso Valencia Llano con ese fin y que, además, ya existen actividades preparadas. En ese mismo Claustro supimos, de adehala, que el profesor Valencia Llano ha sido designado por la Alta Consejería de la Presidencia de la República como coordinador de la conmemoración del bicentenario de la Independencia en el sur-occidente colombiano. Esas dos designaciones a quien ha sido jefe de nuestro departamento de Historia y en la actualidad el saliente Vice-decano de Investigaciones de nuestra Facultad de Humanidades (ha presentado renuncia y estará en el cargo hasta el 1º de abril) me parecen muy acertadas y es un merecido reconocimiento a su trayectoria académica, a su capacidad de gestión y a su conocimiento de la región. Pero, entonces, es necesario reclamarle al profesor Valencia Llano que, luego de esas honrosas designaciones, ¿por qué no pensó en consultar o en coordinar, formalmente, alguna (sólo alguna) actividad con el departamento de Historia de la Universidad del Valle? ¿Por qué tan sólo ahora, cuando se va a retirar (o lo retiraron) de la Vice-decanatura de Investigaciones, se acordó de su pertenencia al departamento de Historia y, por fin, se le ocurrió invitar al resto de sus colegas a participar de la programación que él ha gestionado?
Así como el profesor Valencia Llano reúne todas las virtudes que acabo de señalar, tiene unos defectos ostensibles que se acentúan con el paso del tiempo y que los podría sintetizar en su inclinación megalómana que lo impulsa a protagonizar más de la cuenta y a despreciar cualquier procedimiento democrático. A mí me queda claro que el profesor Valencia Llano, hasta el último Claustro, en que por fin nos puso al día, había estado empeñado en sacar adelante, quizás con los miembros de su grupo de investigación, todas las actividades conmemorativas que se había propuesto. Es que además de los rasgos de personalidad de cada quien, hay que agregar que se ha ido imponiendo en el ambiente de la Facultad un liberalismo extremo en que los propósitos colectivos son suplantados por intereses muy particulares, y que en vez de comunidades académicas consolidadas y definidas por algunos derroteros compartidos, predomina la competición entre grupos de investigación por recursos, notoriedad y prestigio. Y a eso se añade que estas actividades conmemorativas son oportunidad para el desenfreno de muchas ambiciones.
Yo habría deseado que nuestra actual jefa del departamento de Historia -a quien hay que reconocerle conductas democráticas que el profesor Valencia Llano se acostumbró a olvidar- hubiese convocado una reunión para fijar un derrotero colectivo sobre las dos principales conmemoraciones que nos conciernen. Pero la profesora Nancy Motta ya ha dado puntadas de su desinterés por el tema del bicentenario de la Independencia, en particular. Por eso, ante el poco o nulo interés colectivo por organizar, como departamento de Historia, alguna actividad en nombre del bicentenario de la Independencia, el grupo de investigación que lidero –Nación-Cultura-Memoria- decidió organizar su propia agenda sin grandes recursos ni relaciones; una pequeña agenda que involuntariamente puede interferir con los eventos programados por nuestro colega. En todo caso, hemos contado con el generoso apoyo del Museo Arqueológico de La Merced, la Biblioteca Departamental, la Biblioteca Central de la Universidad del Valle y el área cultural del Banco de la República para adelantar ciclos de conferencias o preparar exposiciones.
Siempre hemos invitado y seguiremos invitando a nuestros colegas y estudiantes, y no solamente para que sean espectadores. Mientras tanto, debo desearle al profesor Valencia Llano que pueda sacar adelante sus proyectos que, entiendo, no se reducen a preparar ambas conmemoraciones.
Segunda quincena de marzo de 2009.
Menciono otra vez un pequeño artículo mío escrito a fines de 2007, difundido entre mis colegas del departamento de Historia y luego publicado por la revista Número, Bogotá, No. 57, junio-agosto de 2008, p. 50-57. Debo decir de paso que las opiniones de esta hoja suelta no comprometen a los miembros del grupo de investigación al que pertenezco.
Su "pintado en la pared n°9" deja notar la vieja y nueva forma de coordinar y dirigir el departamento de historia, creerse y querer ser el único con la capacidad de asumir un compromiso académico, dice mucho de la personalidad del profesor nombrado. En años pasados, su desinterés y “rogada ayuda” en eventos organizados por los estudiantes que no pertenecían a su círculo de trabajo, era una constante anual, algo que transmitía cierta apatía sobre el resto de compañeros que no asistían o lanzaban opiniones alejadas de la realidad. Lastimosamente en el tiempo que estuve vinculado como estudiante en el departamento de historia, nunca percibí una cohesión entre el grupo de profesores: celos, rencillas, y divisiones, ha sido, es, y parece que será, una constante; con la negativa situación que ese entorno es adoptado por estudiantes que se forman bajo el amparo investigativo de cada profesor. Otra situación es que algunos estudiantes son alineados a favor o en contra de “x” persona, recordando y comentando situaciones personales y profesionales que parecen han sido de la intimidad, entonces por boca y boca de los viejos y nuevos estudiantes, sabemos, comentamos y apropiamos el conciliábulo. Todo lo anterior deriva en una falta de comunicación y nobleza, aquella que falto en el asunto conmemorativo dedicado al Bicentenario de la Independencia y el Centenario del Departamento del Valle, y que usted, profesor Loaiza, sabe explicar muy bien.
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ResponderEliminarPues a mi me parece este comentario una más de las salidas esquizoides y desproporcionadas, además de descontextualizadas, a las que nos tiene acostumbrado el galofilo, el enano afrancesado que cree ser el portaestandarte del conocimiento; el último intelectual del siglo XX, el hombre al que la Univalle y el Dep. de Hist. le queda chico.
ResponderEliminarEso de estar escribiendo públicamente los tejemanejes del plan no es una actitud sana, tampoco leal y sobre todo, nada varonil.
Que la ropa sucia se lava en casa, Monsieur Loaiza, y usted, con sus actitudes anti profesionales es también parte del problema del que aquí denuncia.
No nos dore más la píldora y hagale un favor al mundo y a la Galia que tanto admira, y a la que con sus actitudes deprecia cada día más entre pares y estudiantes: emigre, o es que acaso no recuerda lo que en sus clases previas a su viaje al país del vino y la egalitè decía a boca llena.
"Yo no vuelvo a este país, en este país no valoran a los grandes intelectuales, a los iluminados como yo".
Por cierto, sería bueno que presentara respaldo de su tan cacareado Summa Cum Laude, ya que los rumores, que son guasones y socarrones, apuntan a un modesto Très Bien.
Y entre otras cosas, ese comentario soez y procaz de la profesora Nancy es agresivo y chovinista, me imagino que eso fue lo que le enseñaron en la France.
Un gusto criticarle.
Att.
Cesar, el conquistador de las Galias.
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ResponderEliminarLa actitud más fácil, menos académica y a la vez más cobarde es la de acudir a comentarios ofensivos como los expresados por el sujeto anónimo que se escuda tras el seudónimo de "polinices", para responder a una expresión que intenta generar el ambiente necesario de discusión de los profundos problemas que afectan al departamento de Historia de la Universidad del Valle.
ResponderEliminarA "Polinices" es necesario aclararle que las opiniones expresadas por el profesor Gilberto Loaiza en su comunicación "Pintado en la pared No.9: Un Departamento de Historia y unas conmemoraciones", no tienen nada de esquizoides, desproporcionadas y mucho menos descontextualizadas, pues son el reflejo fiel de la dinámica administrativa y académica de nuestro departamento.
Para la comunidad académica de nuestra Universidad y para todos los que pertenecemos al ámbito académico de la disciplina histórica en nuestra región y nuestro país y que procuramos estar bien informados, no es un secreto que en el departamento de Historia de la Universidad del Valle algunas personas desde hace varios años vienen realizando un gran número de prácticas sospechosas, indignantes y poco académicas, que buscan generar beneficios de diversas índoles a las camarillas que se han establecido en el poder administrativo. Lastimosamente esos beneficios van en detrimento de nuestra disciplina, nuestra Universidad y de todos los individuos que asumimos una postura ética y decidimos no participar de ese tipo de prácticas.
Manifestar una verdad que es tan evidente, a menos que la ingenuidad y la miopía afecten el raciocinio, no es una actitud insana ni desleal. Lo de "varonil" o "femenil", parece responder más a la visión machista de "polinices" y más que considerarlo un insulto al profesor Loaiza, es un insulto a mujeres y hombres que consideramos que la cuestión de género no debe ser un elemento peyorativo.
El tan desafortunado anónimo que hace uso de toda una serie de comentarios absurdos, agresivos e infundados, demuestra el vacío argumentativo del que adolecen la mayoría de nuestros estudiantes y profesores.
Es cierto que todos somos parte del problema así como todos somos parte de la solución, pero al parecer a pocos les conviene que continúe el problema y a pocos nos interesa pensar una solución. Tristemente a la mayoría no le importa.
La Universidad es un espacio en el que se pueden presentar las más diversas prácticas y opiniones, es también el ámbito más propicio para la generación de conocimiento comprometido con nuestra realidad y por esa misma razón es en sus prácticas y saberes donde se debe reflejar el espíritu académico y democrático con el que deseamos e intentamos aportar soluciones a nuestro caótico y preocupante devenir. Reproducir las mismas prácticas corruptas, clientelistas y agresivas de la élite política y de los criminales camuflados en lo público, lo privado y lo militar, no es lo que necesita un departamento de Historia que aún tiene mucho que replantearse.
Wilson Ferney Jiménez Hernández
Estudiante de Licenciatura en Historia
Universidad del Valle
Considero que el artículo del profesor Loaiza es un gran incentivo para reflexionar sobre los problemas y debilidades que acarrea el depto. de Historia de Univalle. Es necesario que se abran espacios de discusión sobre lo que el departamento está haciendo en relación a las conmemoraciones locales y nacionales, porque ¿De qué sirve un depto. de Historia descontextualizado de sus propios deberes? ¿Cuál es el punto en formar historiadores o Lic., en Historia que no van a aportar a las discusiones académicas que se están dando, no sólo a nivel nacional, sino también latinoamericano?
ResponderEliminarEl artículo dio en ciertos puntos sensibles, pero no sin justificación. Me parece excelente que haya alguien que no esconda sus comentarios en los pasillos, sino que tenga el coraje de criticar y debatir abiertamente los obstáculos con los que se enfrentan quienes desean mejorar la calidad académica del departamento.
Cristina Cabrera
Estudiante de posgrado M.A.R.
Yale University
Evidentemente quedará en la incertidumbre el autor de tan lamentable comentario, por llamar de alguna manera a la escabrosa diatriba con la que estoy lamentando toparme. Espero que no sea un profesor ya que no merecería formar parte de la academia. Espero que no sea un alumno, ya que añadiría nubes negras al futuro de la disciplina. Un “comentario” de estos no merece respuesta alguna, y sin embargo, teniendo en cuenta que representa un sórdido ataque a un académico de las cualidades del profesor Loaiza, me ocuparé de dedicarle unas palabras. Resulta curioso, cuando menos, que una persona llame “poco varonil” a otra, afincado en la cobarde trinchera del pseudónimo, mientras su interlocutor habla de frente, así como se responde en el mundo intelectual, con responsabilidad. Particularmente considero, que los ataques personales son sólo una manera muy “barrial” de demostrar el nivel de alienación en el que se encuentra este "edípico" personaje (de nuevo, apunte curioso), al momento de leer la columna.
ResponderEliminarLo que el profesor Loaiza denuncia es simplemente que uno de sus colegas se acaparó el aparato burocrático del Bicentenario sin expresar mucho interés en lo académico. Denuncia que mientras en el ámbito latinoamericano esta discusión se encuentra avanzada, acá lo único que expresa un adelanto es la repartición de puestos, y que dolorosamente, los únicos esfuerzos en el sentido que más importa, los ha venido realizando el grupo de investigación en el que el autor de la columna se inscribe. Para finalizar me gustaría dedicarle al profesor algunas palabras: siga adelante en con sus opiniones, que además de estar muy bien expresadas, le hacen un gran favor a la Universidad y a su Departamento de Historia, los estudiantes lo apoyamos y los profesores, de tener principios, deberían hacerlo también.
Creo ya es hora de restarle importancia al bajo y por demás luctuoso y resentido comentario del estudiante apodado polinices. Pienso que una de las mejores formas de contrarrestar este tipo de prácticas hirientes y malintencionadas es continuar concurriendo a los encuentros programados por el grupo Nación-Cultura-Memoria, como forma no sólo de apoyar las iniciativas del profesor Loaiza, sino también, al mismo tiempo, de poner de nuestra parte en los ejercicios de debate y discusión de las distintas problemáticas históricas que nos llevan a reflexionar sobre el ciclo de conmemoraciones en el cual estamos y que inevitablemente, por uno u otro medio, debemos de abordar como aspecto relevantísmo de nuestra disciplina.
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