(Reseña de la publicación reciente, en lengua castellana, de El Círculo burgués; edición al cuidado de Pilar GONZÁLEZ-BERNALDO, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2009)
Pintado en la pared 23
Por: Gilberto LOAIZA CANO
Los consensos entre oficiantes de algunas disciplinas pueden ser tan necesarios como arbitrarios; pueden obedecer tanto a andanadas de buen o mal humor de quienes han logrado la condición de autoridades como a fuertes y sistemáticos ejercicios colectivos de reflexión y crítica. En el caso de la historiografía universitaria, los criterios de selección de temas, autores, obras y tendencias pueden ser –entre muchas razones- el resultado de adecuaciones a circunstancias editoriales, relaciones de poder dentro de las universidades o institutos de investigación, dependencias con respecto a determinados centros de distribución del conocimiento no solamente histórico. En muchas situaciones han predominado olvidos acompañados de excesos en otros sentidos. En cuanto a la obra de Maurice Agulhon (1926), en el caso estricto de la historiografía colombiana, simplemente se ha ignorado a un autor porque se ha ignorado un modo de ver los procesos históricos, porque por tratar de ir demasiado rápido se han abandonado preocupaciones y objetos de estudio esenciales. Con ilustres excepciones, comenzando por la ya lejana y sugerente glosa que alguna vez hizo Malcolm Deas en uno de sus ensayos reunidos en Del poder y gramática (1993), y siguiendo por el interés de algunos autores en los estudios de las formas asociativas del siglo XIX, la obra de Agulhon no ha pasado completamente en silencio y goza de una que otra nota a pie de página o de breves alusiones metodológicas o introductorias a algún estudio puntual sobre la historia cultural y política del siglo XIX. Bueno es reconocer y apreciar el significado que han tenido algunos aspectos de su obra en los avances de la historiografía colombiana que ha analizado, con resultados recientes de muy buena calidad, las relaciones entre religión y política (por ejemplo: P. Londoño, 2002; B. Castro, 2007; G.M. Arango, 2004). Pero, en definitiva, la obra de Agulhon no ha tenido en Colombia ni la difusión ni el examen que hubiesen merecido desde hace mucho tiempo.
Según la presentación escrita por Pilar González-Bernaldo, una de sus discípulas y quizás quien mejor ha aplicado a la historiografía política latinoamericana las principales nociones provenientes de este historiador francés, Maurice Agulhon se formó al lado de Ernest Labrousse (1895-1988), un historiador económico que tuvo gran ascendencia intelectual sobre aquellos que deseaban sellar una alianza entre el compromiso político –la militancia en el Partido Comunista Francés, en el caso de Agulhon- y la rigurosa formación en la disciplina histórica; Agulhon no siguió el camino de la economía política o del estudio de coyunturas económicas y sociales como lo hizo su maestro; su primera gran investigación, publicada en 1966, anunció el surgimiento historiográfico de un concepto que desde entonces está inevitablemente atado a su obra : la sociabilidad. Como también lo explica González-Bernaldo, la publicación de La sociabilité meridionale (M. Agulhon, 1966) auspició el inicio de una antropología histórica orientada a elucidar problemas propios de la historia política y quizás más precisamente en la situación francesa la difusión y recepción del republicanismo. Desde entonces, en la obra de Agulhon puede hallarse una síntesis muy fecunda del estudio de las representaciones colectivas, es decir, el campo de las mentalidades, y la historia de la acción política. Esa perspectiva entonces novedosa se apoyaba en una ampliación de la noción de documento, en la aplicación del método indiciario y, en últimas, en la consolidación de “una mirada etnográfica” sobre los comportamientos y representaciones colectivos que ayudan a explicar adhesiones políticas, la permanencia en los sectores populares y rurales de determinados símbolos y valores que suelen contrastar con aquellos promovidos por las elites de la política. Esa mirada etnográfica ha sido, sin duda, el fundamento de los aportes de Agulhon no solamente a la historia política sino también a la historia rural de Francia; esa mirada etnográfica, “vagabunda”, quedó bien reflejada, entre otras cosas, en los tres tomos de ensayos reunidos en Historia vagabunda (M. Agulhon, 1988-1996), quizás lo mejor conocido de su obra en lengua castellana.
Aunque el universo más amplio de sus indagaciones ha sido el de las mentalidades políticas, esas formas colectivas inconscientes, rebeldes o retardatarias, de expresión de adhesiones o rivalidades en la vida republicana, es cierto que el término sociabilidad –una de las formas más concretas de expresión de esas mentalidades- ha sido el que mayor atención ha despertado en la historiografía política europea, principalmente. Gracias al aporte pionero de Agulhon, ciertas formas asociativas que pertenecían al mundo del diletantismo intelectual han sido poco a poco incluidas en el estudio de la historia política, como es el caso de la masonería. También es cierto que el propio Agulhon no construyó una definición categórica del término y que más bien propició que la sociabilidad se consolidara como un objeto de estudio en la historiografía contemporánea. Una noción que ya había hecho un largo recorrido en la sociología era, por fin, motivo de examen por los historiadores; precisamente en este libro recién traducido al castellano, decía Agulhon en la versión francesa de 1977 : “el café es un personaje histórico, al igual que el salón y el club –y luego se pregunta- ¿Y por qué, entonces, no lo serían también la aptitud que llevó a la creación de esas instituciones y el gusto de gozar de ellas? (Agulhon, 2009 [1977]: 37). ”
La difusión de la obra de este historiador en lengua castellana no ha correspondido con su importancia; sus libros han señalado una sistemática concentración en la historia política; un proceso intelectual que ha abarcado la historia regional y la historia nacional, aunque esa dicotomía sea bastante difícil de determinar. Agulhon ha sido, además, ejemplo de la síntesis afortunada entre el ciudadano militante, el intelectual políticamente activo en la tradición de la izquierda francesa y el historiador minucioso que no hace concesiones a simplificaciones. El ha preferido apoyarse en sus indagaciones para darle sustento a una reflexión sobre los valores democráticos del universo republicano, sobre los contrastes entre las inercias de tradiciones locales y el dinamismo de la circulación de ideas entre intelectuales y políticos profesionales. Sus aportes se han ido especializando en el siglo XIX, sin despreciar sus trabajos sobre la política francesa en el siglo siguiente. Quizás uno de sus hallazgos sustanciales y además útiles tiene que ver con la valoración de la trascendencia cultural del liberalismo de aquel siglo; para este autor, la lucha por la laicización constituye el punto central de las querellas políticas y religiosas del siglo XIX. Por tanto, las evoluciones de la « vida asociativa » iban a expresar muy bien esas disensiones. La libertad de prensa, la libertad política y las libertades individuales tendrán como adversario fundamental a la Iglesia católica. Así, a lo largo de ese siglo, se pasará de las formas antiguas a las formas modernas de sociabilidad; lo que significaba la transición de una sociabilidad controlada por la Iglesia católica a aquella surgida de « una vida civil y laica », cuyo pilar será el liberalismo. En conclusión, para Agulhon, « ser liberal » en el XIX significaba « ser, sino antirreligioso, al menos adversario del magisterio religioso en la vida política y social; ser simplemente laico, como diríamos hoy » (M. Agulhon, 1988: 35).
La presentación, por fin, en lengua castellana de una de sus obras fundamentales, El Círculo burgués, publicada originalmente en 1977, contribuye parcialmente a aliviar un vacío en la historiografía latinoamericana y permite poner en relieve un campo de estudios que continúa inconcluso en el vasto y a menudo confuso panorama de la historiografía política del siglo XIX. Aunque la edición pareciera pensada casi en exclusiva para el público académico argentino –así lo insinúa la presentación- los historiadores y demás investigadores sociales en América latina no podemos despreciar la oportunidad de recibir y difundir uno de esos textos clásicos de la historiografía política para llamar la atención sobre la necesidad de restituir la importancia del estudio sobre las sociabilidades y, más aún, para destacar los alcances del diálogo entre antropología e historia a la hora de analizar el devenir político durante los procesos complejos y traumáticos de formación republicana.
Como bien lo explica la responsable de esta versión de 2009, El Círculo burgués constituye en el recorrido intelectual de Agulhon el momento de superación de una etapa dedicada a escribir una historia regional, especializada sobre todo en el espacio meridional, para pasar a un examen de la dimensión nacional de ciertas prácticas asociativas propias y en apariencia exclusivas de una elite burguesa. El prefacio es una luminosa reflexión del autor que vincula la sociabilidad con procesos históricos concretos y, en consecuencia, se propone demostrar que la mejor manera de comprender la acción colectiva en la historia contemporánea es mediante el examen de la “vida de las asociaciones”. Y, en este caso, Agulhon se ha detenido en el círculo, concebido como “la forma típica de la sociabilidad burguesa en Francia durante la primera mitad del siglo XIX” (M. Agulhon, 2009 [1977]: 47; las cursivas son del original). Entre muchos de los hallazgos y constataciones importantes, bastaría por ahora subrayar tres; primero, queda claro que los años post-revolucionarios fueron política y jurídicamente hostiles y temerosos ante la expansión de formas asociativas, sobre todo si evocaban la intensa movilización política de los días de la Revolución francesa; segundo, el autor constata que el círculo fue una institución asociativa moderna, principalmente porque promovía formas igualitarias de asociación y, como él mismo lo enfatiza, porque dejó de ser una estrecha asociación aristócrata y masculina para permitir la presencia activa de las mujeres. Y, tercero, el círculo fue una asociación que se caracterizó por su “plasticidad” porque admitió, por lo menos, compartir la militancia política con la institucionalización del ocio.
Esta reciente edición en castellano de un libro de Maurice Agulhon, generosamente acompañado por una caracterización de su obra y una autobiografía intelectual, revitaliza el estudio de la vida asociativa en el largo y confuso siglo XIX hispanoamericano.
París, febrero de 2010.
Bibliografía básica sobre el tema:
AGULHON, Maurice, La sociabilité méridionale (confréries et associations dans la vie collective en Provence orientale a la fin du XVIIIème siècle), 1966 ; publicada luego con el titulo Pénitents et francs-maçons de l’ancienne Provence, Paris, Fayard, 1968.
Id. , La République au village, Paris, Librairie Plon, 1970.
Id. , Le cercle dans la France bourgeoise, 1810-1848 (étude d’une mutation de sociabilité), Paris, Librairie Armand Colin, 1977.
Id., La sociabilité est-elle objet d’histoire ?, en FRANCOIS, Etienne, (dir.), Sociabilité et société bourgeoise en France, en Allemagne et en Suisse, 1750-1850, Paris, Editions Recherche sur les Civilisations, 1986.
Id., « 1830 dans l’histoire du XIXe siècle français », en Histoire vagabonde (idéologies et politique dans la France du XIXe siècle), 3 tomes, Paris, Editions Gallimard, 1988.
Id., « Préface au Manuel républicain de l’homme et du citoyen, 1848, de Charles Renouvier », en Histoire vagabonde (idéologie et politique dans la France du XIXème siècle), Paris, Editions Gallimard, 1988.
ARANGO, Gloria Mercedes, Sociabilidades católicas, entre la tradición y la modernidad. Antioquia, 1870-1930, Medellín, Universidad Nacional, 2004.
CASTRO CARVAJAL, Beatriz, Caridad y beneficencia. El tratamiento de la pobreza en Colombia, 1870-1930, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007.
DEAS, Malcolm, en Del poder y la gramática, Bogota, Tercer Mundo Editores 1993.
GONZALEZ BERNALDO, Pilar, Civilité et politique aux origines de la nation argentine, les sociabilités à Buenos Aires, 1829-1862, Paris, Publications de la Sorbonne, 1999.
Id., « Los clubes electorales durante la secesión del Estado de Buenos Aires (1852-1861) : la articulación de dos lógicas de representación política en el seno de la esfera pública porteña », en SABATO, Hilda, Ciudadanía política y formación de las naciones, México, Fondo de Cultura Económica , 1999, p. 142-161.
Id., « La ‘sociabilidad’ y la historia política », en PANI, SALMERON (coord), Conceptuar lo que se ve. François-Xavier Guerra, historiador. Homenaje. México, Instituto Mora, 2004, pp.419-460.
LONDOÑO, Patricia, Religion, Culture and Society in Colombia (Medellin and Antioquia, 1850-1930), New York, Oxford University Press, 2002.
Los consensos entre oficiantes de algunas disciplinas pueden ser tan necesarios como arbitrarios; pueden obedecer tanto a andanadas de buen o mal humor de quienes han logrado la condición de autoridades como a fuertes y sistemáticos ejercicios colectivos de reflexión y crítica. En el caso de la historiografía universitaria, los criterios de selección de temas, autores, obras y tendencias pueden ser –entre muchas razones- el resultado de adecuaciones a circunstancias editoriales, relaciones de poder dentro de las universidades o institutos de investigación, dependencias con respecto a determinados centros de distribución del conocimiento no solamente histórico. En muchas situaciones han predominado olvidos acompañados de excesos en otros sentidos. En cuanto a la obra de Maurice Agulhon (1926), en el caso estricto de la historiografía colombiana, simplemente se ha ignorado a un autor porque se ha ignorado un modo de ver los procesos históricos, porque por tratar de ir demasiado rápido se han abandonado preocupaciones y objetos de estudio esenciales. Con ilustres excepciones, comenzando por la ya lejana y sugerente glosa que alguna vez hizo Malcolm Deas en uno de sus ensayos reunidos en Del poder y gramática (1993), y siguiendo por el interés de algunos autores en los estudios de las formas asociativas del siglo XIX, la obra de Agulhon no ha pasado completamente en silencio y goza de una que otra nota a pie de página o de breves alusiones metodológicas o introductorias a algún estudio puntual sobre la historia cultural y política del siglo XIX. Bueno es reconocer y apreciar el significado que han tenido algunos aspectos de su obra en los avances de la historiografía colombiana que ha analizado, con resultados recientes de muy buena calidad, las relaciones entre religión y política (por ejemplo: P. Londoño, 2002; B. Castro, 2007; G.M. Arango, 2004). Pero, en definitiva, la obra de Agulhon no ha tenido en Colombia ni la difusión ni el examen que hubiesen merecido desde hace mucho tiempo.
Según la presentación escrita por Pilar González-Bernaldo, una de sus discípulas y quizás quien mejor ha aplicado a la historiografía política latinoamericana las principales nociones provenientes de este historiador francés, Maurice Agulhon se formó al lado de Ernest Labrousse (1895-1988), un historiador económico que tuvo gran ascendencia intelectual sobre aquellos que deseaban sellar una alianza entre el compromiso político –la militancia en el Partido Comunista Francés, en el caso de Agulhon- y la rigurosa formación en la disciplina histórica; Agulhon no siguió el camino de la economía política o del estudio de coyunturas económicas y sociales como lo hizo su maestro; su primera gran investigación, publicada en 1966, anunció el surgimiento historiográfico de un concepto que desde entonces está inevitablemente atado a su obra : la sociabilidad. Como también lo explica González-Bernaldo, la publicación de La sociabilité meridionale (M. Agulhon, 1966) auspició el inicio de una antropología histórica orientada a elucidar problemas propios de la historia política y quizás más precisamente en la situación francesa la difusión y recepción del republicanismo. Desde entonces, en la obra de Agulhon puede hallarse una síntesis muy fecunda del estudio de las representaciones colectivas, es decir, el campo de las mentalidades, y la historia de la acción política. Esa perspectiva entonces novedosa se apoyaba en una ampliación de la noción de documento, en la aplicación del método indiciario y, en últimas, en la consolidación de “una mirada etnográfica” sobre los comportamientos y representaciones colectivos que ayudan a explicar adhesiones políticas, la permanencia en los sectores populares y rurales de determinados símbolos y valores que suelen contrastar con aquellos promovidos por las elites de la política. Esa mirada etnográfica ha sido, sin duda, el fundamento de los aportes de Agulhon no solamente a la historia política sino también a la historia rural de Francia; esa mirada etnográfica, “vagabunda”, quedó bien reflejada, entre otras cosas, en los tres tomos de ensayos reunidos en Historia vagabunda (M. Agulhon, 1988-1996), quizás lo mejor conocido de su obra en lengua castellana.
Aunque el universo más amplio de sus indagaciones ha sido el de las mentalidades políticas, esas formas colectivas inconscientes, rebeldes o retardatarias, de expresión de adhesiones o rivalidades en la vida republicana, es cierto que el término sociabilidad –una de las formas más concretas de expresión de esas mentalidades- ha sido el que mayor atención ha despertado en la historiografía política europea, principalmente. Gracias al aporte pionero de Agulhon, ciertas formas asociativas que pertenecían al mundo del diletantismo intelectual han sido poco a poco incluidas en el estudio de la historia política, como es el caso de la masonería. También es cierto que el propio Agulhon no construyó una definición categórica del término y que más bien propició que la sociabilidad se consolidara como un objeto de estudio en la historiografía contemporánea. Una noción que ya había hecho un largo recorrido en la sociología era, por fin, motivo de examen por los historiadores; precisamente en este libro recién traducido al castellano, decía Agulhon en la versión francesa de 1977 : “el café es un personaje histórico, al igual que el salón y el club –y luego se pregunta- ¿Y por qué, entonces, no lo serían también la aptitud que llevó a la creación de esas instituciones y el gusto de gozar de ellas? (Agulhon, 2009 [1977]: 37). ”
La difusión de la obra de este historiador en lengua castellana no ha correspondido con su importancia; sus libros han señalado una sistemática concentración en la historia política; un proceso intelectual que ha abarcado la historia regional y la historia nacional, aunque esa dicotomía sea bastante difícil de determinar. Agulhon ha sido, además, ejemplo de la síntesis afortunada entre el ciudadano militante, el intelectual políticamente activo en la tradición de la izquierda francesa y el historiador minucioso que no hace concesiones a simplificaciones. El ha preferido apoyarse en sus indagaciones para darle sustento a una reflexión sobre los valores democráticos del universo republicano, sobre los contrastes entre las inercias de tradiciones locales y el dinamismo de la circulación de ideas entre intelectuales y políticos profesionales. Sus aportes se han ido especializando en el siglo XIX, sin despreciar sus trabajos sobre la política francesa en el siglo siguiente. Quizás uno de sus hallazgos sustanciales y además útiles tiene que ver con la valoración de la trascendencia cultural del liberalismo de aquel siglo; para este autor, la lucha por la laicización constituye el punto central de las querellas políticas y religiosas del siglo XIX. Por tanto, las evoluciones de la « vida asociativa » iban a expresar muy bien esas disensiones. La libertad de prensa, la libertad política y las libertades individuales tendrán como adversario fundamental a la Iglesia católica. Así, a lo largo de ese siglo, se pasará de las formas antiguas a las formas modernas de sociabilidad; lo que significaba la transición de una sociabilidad controlada por la Iglesia católica a aquella surgida de « una vida civil y laica », cuyo pilar será el liberalismo. En conclusión, para Agulhon, « ser liberal » en el XIX significaba « ser, sino antirreligioso, al menos adversario del magisterio religioso en la vida política y social; ser simplemente laico, como diríamos hoy » (M. Agulhon, 1988: 35).
La presentación, por fin, en lengua castellana de una de sus obras fundamentales, El Círculo burgués, publicada originalmente en 1977, contribuye parcialmente a aliviar un vacío en la historiografía latinoamericana y permite poner en relieve un campo de estudios que continúa inconcluso en el vasto y a menudo confuso panorama de la historiografía política del siglo XIX. Aunque la edición pareciera pensada casi en exclusiva para el público académico argentino –así lo insinúa la presentación- los historiadores y demás investigadores sociales en América latina no podemos despreciar la oportunidad de recibir y difundir uno de esos textos clásicos de la historiografía política para llamar la atención sobre la necesidad de restituir la importancia del estudio sobre las sociabilidades y, más aún, para destacar los alcances del diálogo entre antropología e historia a la hora de analizar el devenir político durante los procesos complejos y traumáticos de formación republicana.
Como bien lo explica la responsable de esta versión de 2009, El Círculo burgués constituye en el recorrido intelectual de Agulhon el momento de superación de una etapa dedicada a escribir una historia regional, especializada sobre todo en el espacio meridional, para pasar a un examen de la dimensión nacional de ciertas prácticas asociativas propias y en apariencia exclusivas de una elite burguesa. El prefacio es una luminosa reflexión del autor que vincula la sociabilidad con procesos históricos concretos y, en consecuencia, se propone demostrar que la mejor manera de comprender la acción colectiva en la historia contemporánea es mediante el examen de la “vida de las asociaciones”. Y, en este caso, Agulhon se ha detenido en el círculo, concebido como “la forma típica de la sociabilidad burguesa en Francia durante la primera mitad del siglo XIX” (M. Agulhon, 2009 [1977]: 47; las cursivas son del original). Entre muchos de los hallazgos y constataciones importantes, bastaría por ahora subrayar tres; primero, queda claro que los años post-revolucionarios fueron política y jurídicamente hostiles y temerosos ante la expansión de formas asociativas, sobre todo si evocaban la intensa movilización política de los días de la Revolución francesa; segundo, el autor constata que el círculo fue una institución asociativa moderna, principalmente porque promovía formas igualitarias de asociación y, como él mismo lo enfatiza, porque dejó de ser una estrecha asociación aristócrata y masculina para permitir la presencia activa de las mujeres. Y, tercero, el círculo fue una asociación que se caracterizó por su “plasticidad” porque admitió, por lo menos, compartir la militancia política con la institucionalización del ocio.
Esta reciente edición en castellano de un libro de Maurice Agulhon, generosamente acompañado por una caracterización de su obra y una autobiografía intelectual, revitaliza el estudio de la vida asociativa en el largo y confuso siglo XIX hispanoamericano.
París, febrero de 2010.
Bibliografía básica sobre el tema:
AGULHON, Maurice, La sociabilité méridionale (confréries et associations dans la vie collective en Provence orientale a la fin du XVIIIème siècle), 1966 ; publicada luego con el titulo Pénitents et francs-maçons de l’ancienne Provence, Paris, Fayard, 1968.
Id. , La République au village, Paris, Librairie Plon, 1970.
Id. , Le cercle dans la France bourgeoise, 1810-1848 (étude d’une mutation de sociabilité), Paris, Librairie Armand Colin, 1977.
Id., La sociabilité est-elle objet d’histoire ?, en FRANCOIS, Etienne, (dir.), Sociabilité et société bourgeoise en France, en Allemagne et en Suisse, 1750-1850, Paris, Editions Recherche sur les Civilisations, 1986.
Id., « 1830 dans l’histoire du XIXe siècle français », en Histoire vagabonde (idéologies et politique dans la France du XIXe siècle), 3 tomes, Paris, Editions Gallimard, 1988.
Id., « Préface au Manuel républicain de l’homme et du citoyen, 1848, de Charles Renouvier », en Histoire vagabonde (idéologie et politique dans la France du XIXème siècle), Paris, Editions Gallimard, 1988.
ARANGO, Gloria Mercedes, Sociabilidades católicas, entre la tradición y la modernidad. Antioquia, 1870-1930, Medellín, Universidad Nacional, 2004.
CASTRO CARVAJAL, Beatriz, Caridad y beneficencia. El tratamiento de la pobreza en Colombia, 1870-1930, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007.
DEAS, Malcolm, en Del poder y la gramática, Bogota, Tercer Mundo Editores 1993.
GONZALEZ BERNALDO, Pilar, Civilité et politique aux origines de la nation argentine, les sociabilités à Buenos Aires, 1829-1862, Paris, Publications de la Sorbonne, 1999.
Id., « Los clubes electorales durante la secesión del Estado de Buenos Aires (1852-1861) : la articulación de dos lógicas de representación política en el seno de la esfera pública porteña », en SABATO, Hilda, Ciudadanía política y formación de las naciones, México, Fondo de Cultura Económica , 1999, p. 142-161.
Id., « La ‘sociabilidad’ y la historia política », en PANI, SALMERON (coord), Conceptuar lo que se ve. François-Xavier Guerra, historiador. Homenaje. México, Instituto Mora, 2004, pp.419-460.
LONDOÑO, Patricia, Religion, Culture and Society in Colombia (Medellin and Antioquia, 1850-1930), New York, Oxford University Press, 2002.
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