La vida simple.
¿En este pequeño
municipio de Montenegro se vive una relación muy particular con el
conocimiento? Me hago con frecuencia esta pregunta que sale de mis
conversaciones cotidianas con la gente del vecindario. Conocí, por ejemplo, un maestro
de escuela jubilado que había estudiado literatura en la universidad; alguna
vez le pregunté si tenía un ejemplar de Don Quijote de la Mancha. No
solamente no lo tenía, sino que me adelantó que nunca lo había leído y, más aún,
que no pensaba leerlo. Hasta me pregunto si “vale la pena” leerlo. No me
asombraría tan afirmativa ignorancia de la quizás principal novela escrita en
lengua española, si no se tratara, además, de alguien que es conocido en esta
región como un gran poeta que ha recibido distinciones y premios tanto por su
trayectoria docente como por sus libros de versos.
Tengo dos vecinas que
frisan los ochenta años; son dos hermanas solteras que siempre han vivido en
la misma casa de la vereda. Una hermosa casa campesina rodeada de árboles. Cada
vez que las visito les pregunto acerca de su entorno natural y la respuesta suele
ser invariable: “no sé”. Si les pregunto por el nombre del árbol que está sembrado
al frente de la cocina desde hace unos cincuenta años, me dicen que no saben
qué árbol es ese y que simplemente está ahí porque lo sembró su padre. Si les
preguntó por algunas flores del jardín, dirán que tampoco saben qué flores son
esas; pero eso sí, estaremos de acuerdo en que “son tan bonitas”. Si les
pregunto por el canto de un pájaro, responderán que no saben qué pájaro es ese.
Si les señaló un ave cualquiera, dirán un rotundo “no sé qué ave es esa”. Ese árbol,
esas flores, esos cantos de los pájaros les han sido familiares desde sus
tiempos de infancia, han sido parte de su entorno inmediato, los han contemplado
largamente en muchas tardes acumuladas; pero, lo más impactante para mí, es que
nunca les ha interesado averiguar por los nombres o por distinguir un pájaro de
otro. Todavía no saben la diferencia entre un turpial y un cucarachero, entre
una begonia y una orquídea. No sólo no lo saben, tampoco han querido saberlo.
Y esto no es asunto
exclusivo de la gente vieja; Daniela tiene veinte años y hace tres se graduó de
bachillerato en el Instituto Montenegro. Ignora datos elementales de
literatura, tampoco ha leído ni siquiera resúmenes de Don Quijote de la
Mancha; creía que Gabriel García Márquez era un escritor mexicano y admite que
alguna vez intentó leer, porque no terminó, Crónica de una muerte anunciada;
las ecuaciones algebraicas son, para ella, un lejano y triste recuerdo. Me dice
que no está dispuesta a presentarse a los exámenes de admisión de la
Universidad Nacional y no le interesa mejorar el bajísimo puntaje que obtuvo en
la prueba del Icfes. Le sugerí que aprendiera inglés y hasta quise prestarle unos manuales, pero me advirtió que eso no era necesario. "Fue suficiente para mi perder el tiempo estudiando en el colegio", me dijo. Por ahora le ayuda a su madre a fabricar y vender arepas
todas las mañanas y en la tarde está aprendiendo a arreglar uñas. Cuando tenga
su propio equipo de manicure comenzará a trabajar independiente para comprar
una moto y, lo más celestial de todo, para casarse.
Yesenia tiene 35 años y
padece un cáncer de timo; la empresa prestadora de salud le ha birlado
sistemáticamente, durante esta peste, una necesaria cirugía para extirparle el tumor. Cuando le pregunto a ella por su enfermedad, ella no sabe
exactamente cuáles son los síntomas ni cuáles son los tratamientos posibles. No
se le ha ocurrido ni preguntarle al médico ni averiguarlo en algún sitio de
internet; le basta con saber que “Dios me ha regalado otro día” y “que gracias
a Dios hoy amanecí mejor”. Esta conformidad con su padecimiento y este escaso o
nulo deseo de averiguar por su propia enfermedad me abruman diariamente, porque
es una vecina que puedo ver todos los días cómo decae su cuerpo y su ánimo.
Por aquí nadie lee, salvo
los mensajes que vienen por el whatsapp. Nadie tiene biblioteca. Todos, antes
de acostarse, habrán visto al menos un nuevo episodio de la telenovela o del reality
de moda. Son gentes que se hacen pocas preguntas sobre la vida, casi ninguna;
viven simplemente, simplemente viven. Y sospecho que así son felices.
Pintado en la Pared No.
226.
Esa entrada está muy Enel tono de las críticas de Estanislao Zuleta a la educación y el papel de la democracia en la educación. Me parece profesor Loaiza que no dice nada en su entrega. Tiene que safarze de es esa ideología educativa según la cuál todo debería girar en torno a lo que ocurre , o ocurría en las aulas. La realidad del psuquismo humano no está determinada por las lecturas o los datos referidos en la escuela. La construcción de una individualidad está codeterminada por procesos complejisimos que solo se pueden dar en el medio de relaciones políticas. El problema no es que los poetas o los profesores de español no conozcan el quijote sino que sencillamente no pueden conocerlo porque la posibilidad de entender que es la lengua Española atraves de sus obras literarias necesariamente desaparecerá en tanto la fuerza del fundamentalismo democrático imponga la concepción individual y subjetiva de lo que es idioma, arte, felicidad, justicia, libertad, derechos humanos . Sin embargo , yo entiendo que el cuerpo de su escrito hace referencia a una "sennchut" de algo que ya de no ninguna forma podrá pasar
ResponderEliminarSaludos
Esa entrada está muy Enel tono de las críticas de Estanislao Zuleta a la educación y el papel de la democracia en la educación. Me parece profesor Loaiza que no dice nada en su entrega. Tiene que safarze de es esa ideología educativa según la cuál todo debería girar en torno a lo que ocurre , o ocurría en las aulas. La realidad del psuquismo humano no está determinada por las lecturas o los datos referidos en la escuela. La construcción de una individualidad está codeterminada por procesos complejisimos que solo se pueden dar en el medio de relaciones políticas. El problema no es que los poetas o los profesores de español no conozcan el quijote sino que sencillamente no pueden conocerlo porque la posibilidad de entender que es la lengua Española atraves de sus obras literarias necesariamente desaparecerá en tanto la fuerza del fundamentalismo democrático imponga la concepción individual y subjetiva de lo que es idioma, arte, felicidad, justicia, libertad, derechos humanos . Sin embargo , yo entiendo que el cuerpo de su escrito hace referencia a una "sennchut" de algo que ya de no ninguna forma podrá pasar
ResponderEliminarSaludos
Estos relatos me recuerdan la preocupación y tensión que a José Ingenieros le produce un pastor de ovejas que se encuentra en el más grato, cálido, apasible lugar y momento y no lo valora, como si estuviera en cualquier sitio, como si no pudiera pensar, como si no hubiera alguna sensibilidad; él es "solo un elemento más en el paisaje". ¡Claro que esa es una preocupación grave! ¿Qué habrá ocurrido en la historia para que esa mediocridad no preocupe? Un saludo profesor Loaiza.
ResponderEliminar