Pintado en la Pared No. 239
Alberto Mayor Mora (1945-2021)
Un triste suceso en estos tiempos de pandemia ha sido
la muerte reciente del amigo y maestro Alberto Mayor Mora, profesor jubilado de
la Universidad Nacional de Colombia. Sociólogo, magister en Historia, especialista
en sociología industrial y, sobre todo, autor de una extensa obra que lo coloca
entre los principales aportes a la historiografía social colombiana. Lo conocí
en 1993 como condiscípulo en la quinta promoción de la Maestría en Historia de
la Universidad Nacional; para entonces, ya lo precedía el prestigio de su libro
clásico publicado en 1984, Ética, trabajo
y productividad en Antioquia. Luego de ese libro vinieron otros; en 1995,
ganó el premio nacional de Historia de la extinta Colcultura, con un conjunto
de ensayos sobre los artesanos en que destaco su minucioso relato sobre los
artesanos que asesinaron en 1914 al dirigente del liberalismo radical, Rafael Uribe
Uribe. Más tarde, en 2001, publicó la esperada biografía intelectual y política
del ingeniero civil Alejandro López.
Mayor Mora fue de aquellos sociólogos que caminaron
con toda naturalidad por los vericuetos de la investigación y la escritura
históricas; muchos de sus ensayos fueron el fruto de su conocimiento de la obra
de Max Weber y la de Edward Palmer Thompson. Era un audaz y persistente descubridor de
archivos. En cada conversación con él había la anécdota de un hallazgo
documental, una investigación en ciernes y la novedad de otra publicación suya.
Después de su jubilación, siguió siendo un investigador acucioso cuya labor
quedó plasmada, por ejemplo, en su voluminoso trabajo sobre las escuelas de
artes y oficios en Colombia.
Puedo decir que fue mi maestro, porque aprendí con su
ayuda a hurgar en la documentación. Siempre tenía a la mano un dato exacto y
orientador que ahorraba camino en las pesquisas. Pero también puedo decir que
fue mi amigo; alguna vez me prestó una colección privada de periódicos de
artesanos del siglo XIX. Con él compartí la alegría ya lejana de mi premio
nacional de Historia de 1994, obtenido con la entonces inédita biografía de
Luis Tejada, un personaje que a él también le interesaba porque hallaba alguna
semejanza con su Alejandro López. A la distancia, él fue varias veces una voz
de aliento en mis peores situaciones en la Universidad del Valle.
Mayor Mora nació y creció en Cali en el hogar de un artesano que fue la inspiración de muchas de sus investigaciones; sus primeros pasos
de docente e investigador los dio en la Universidad del Valle y en la Universidad
Santiago de Cali; con frecuencia lo tuvimos de profesor invitado en el
Departamento de Historia. La última vez que lo vi fue hace un par de años,
cuando aceptó participar del lanzamiento de la segunda edición de mi biografía
de Manuel Ancízar, en el Archivo General de la Nación. Allí compartimos
nuestras experiencias en la escritura biográfica, debatimos acerca de las
dificultades de un género de investigación y escritura que tiene muy pocos
seguidores en Colombia. Coincidimos en afirmar que nuestras universidades son,
paradójicamente, el principal obstáculo para emprender investigaciones de tal
naturaleza.
Se ha ido un investigador de las ciencias humanas y
sociales que ha dejado una obra que seguirá siendo leída y discutida en el
ámbito universitario. Alberto Mayor Mora ha dejado huella, y esa certeza supera
la noticia de su muerte.
Mi sincero sentimiento de solidaridad con su familia.
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