Pintado en la Pared
No. 254
El triunfo de la incertidumbre
El triunfo de la incertidumbre o la
incertidumbre del triunfo, así es la especie de paradoja que encierra la
victoria en las elecciones presidenciales de Colombia de Gustavo Petro, antiguo
guerrillero y dirigente de izquierda que había intentado en tres ocasiones
llegar a la presidencia del país. Ahora, cuando por fin lo logra, está frente a
una perspectiva muy hostil, llena de obstáculos que le obligan a dar cada paso
con mucha cautela.
Ha pasado apenas una semana de la obtención de
su apretado triunfo y parece que hubiese pasado muchísimo más tiempo; el
inédito triunfo de la izquierda en Colombia ha sacudido a amigos y enemigos del
ganador; toda la clase política, incluido el diverso espectro de la izquierda
ganadora, ha movilizado un truculento juego de adhesiones y oposiciones que
hace notar la fuerte tensión del cambio político.
Su triunfo fue ante un inusitado contendor, un
ingeniero de 77 años de lenguaje procaz pero efectivo; mientras Petro obtuvo 11.281.013
votos, su rival logró 10.580.412. El estrecho margen le obliga a pensar cómo
satisfacer la expectativa de quienes votaron por él y cómo persuade, al mismo
tiempo, a más de 10 millones de votantes que fueron a las urnas impulsados por
un animoso anti-petrismo. El país ha quedado, pues, partido en dos mitades y al
nuevo presidente le corresponde saber gobernar para ambos fragmentos
aparentemente irreconciliables. Quizás por eso, el ganador llamó casi de
inmediato a un acuerdo nacional que, en esta intensa semana, ya cuenta con la
adhesión de muchos de los movimientos y partidos que habían lanzado anatemas
contra el líder izquierdista.
En esta misma semana, el presidente electo
visitó en el palacio de Nariño al presidente saliente; y al día siguiente, el
presidente Duque salió a encontrarse con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, el
líder natural de la derecha colombiana, como si de la reunión con Petro hubiese
salido un mensaje urgente para el jefe del Centro Democrático. Lo cierto es que
Petro y su enemigo Uribe han acordado reunirse prontamente. Luego vino la
adhesión del partido liberal, en cabeza de su jefe, el expresidente César
Gaviria.
Un síntoma de los conflictos internos en la
coalición ganadora fue la extraña escogencia del candidato a ser el presidente
del Congreso. El miércoles, en entrevista televisada, fue anunciado el nombre
del senador Alexander López, dirigente del Polo Democrático; y al día siguiente
fue anunciado otro nombre, el de Roy Barreras, un huidizo dirigente político
que ha militado en todos los partidos, desde el uribismo en sus orígenes hasta
su reciente adhesión a la campaña de Petro. Ese cambio de denominación provocó
malestar entre la bancada petrista. Muy curioso que un rival electoral de López
en su región haya sido el señalado por el presidente electo para dirigir las
alianzas en el Congreso de la república. En todo caso, este primer paso en las
designaciones ha sido equívoco y revela las fricciones que pueden conducir a
una muy cercana forma de oposición entre quienes fueron los adalides de su
triunfo en las presidenciales.
Sin embargo, el proceso de designación de su
gabinete ministerial no ha marchado tan rápido. Petro dice que se tomará su
tiempo, pero por la entrevista concedida a la revista Cambio, no parece fácil que halle los ministros o ministras para
los cruciales ministerios de Hacienda y de Defensa. ¿Quién va a impulsar la
reforma tributaria dirigida a gravar a los multimillonarios? ¿Quién va a
orientar la reforma a la policía nacional cuya corrupción interna, según el
propio Petro, alcanza cifras abismales? ¿Quién va brindarle tranquilidad a un
ejército que deberá seguir con convicción a un exguerrillero?
La única designación hasta ahora es la del
abogado Alvaro Leyva Durán en el ministerio de Relaciones Exteriores. La
trayectoria de este experimentado político lo sitúa como un decidido defensor
de los procesos de paz con las guerrillas y muy cercano a las antiguas Farc. Parece
que la tarea principal para el nuevo canciller sea propiciar acercamientos con
la guerrilla del ELN; pero la pregunta inmediata es si era necesario convertir
a este avezado negociador en el titular de ese ministerio; ¿su misión no
quedaba mejor inscrita en otro cargo dentro del próximo gobierno?
A muchos les preocupa que el presidente electo
cometa los mismos errores de su alcaldía en Bogotá. Allí su gestión fue
mediocre y no alcanzó a desarrollar ninguna de sus promesas; en parte por la
fuerte oposición a sus reformas y en parte por la soberbia del propio Petro. Si
reproduce esa conducta como jefe de Estado, sólo logrará amplificar las
dificultades que ya tiene para gobernar.
En la entrevista reciente con la revista Cambio, un mesurado Petro advierte que
su gobierno no será fácil, que necesita rodearse pronto y bien. Su acuerdo
nacional busca apaciguar una oposición que le impida hacer sus reformas. Aislarse
o conformarse con los apoyos de sus aliados más cercanos lo puede volver muy
venerable ante una derecha recalcitrante. La derecha colombiana y el
empresariado le temen a que este ascenso presidencial de la izquierda afecte
sus negocios o resquebraje el dogma del neoliberalismo rampante. Esa derecha
con miedo y odio es muy peligrosa.
Interesante artículo para atar cabos. Me decía un derechista acerca del triunfo de Petro ganó con 50%, pero tiene la otra mitad en contra. Claro que, No va ser nada facil por arriba negocean pero abajo entre pueblo inconforme las rivalidades de los bandos no sueltan fácilmente sus apreciaciones.
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