Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

miércoles, 8 de febrero de 2023

Pintado en la Pared No. 276

 

 

El desastre editorial de la Universidad del Valle

En la Universidad del Valle no hemos aprendido, ni aprenderemos, a editar libros. Nuestro Programa Editorial es un desastre desde hace por lo menos veinticinco años. Ningún rector ha enderezado una unidad cuya misión más trascendente es la difusión del conocimiento que producimos estudiantes y profesores. Al contrario, ha ido más bien acumulando una condición errática, casi espuria, como si no fuese parte de las prioridades organizativas de una universidad tan importante.

Todo el proceso de edición está plagado de dificultades: la presentación de la propuesta de libro, la evaluación académica, la diagramación, la corrección, la impresión, la distribución. Todo ese proceso es sinuoso y lento porque, entre otras cosas, nunca ha sido una división compuesta de un equipo profesional y estable de especialistas en cada uno de esos campos. No hay editores ni correctores por áreas de conocimiento, como hacen desde hace rato otras universidades que nos aventajan en ese aspecto. No hay un trámite expedito en la evaluación de los manuscritos; esperar una evaluación durante uno, dos o más años no es nada alentador para quienes deseamos que nuestras investigaciones sean conocidas en otras latitudes y, claro, que sean justipreciadas por las oficinas de credenciales de nuestra universidad.

Sospecho que ha predominado un desinterés por algo que en otras partes es una actividad medular en el reconocimiento y prestigio de una universidad pública. Cuando una universidad es percibida de manera unilateral, según las prioridades, perspectivas y beneficios de ciertos campos del saber, entonces habrá unas actividades miradas de soslayo. Presumo que la preponderancia de médicos e ingenieros en la dirección de la universidad ha provocado un consecuente desprecio de los procesos de edición de libros. Claro, puede suponerse que aquellos colegas tienen sus ojos puestos en la producción, contante y sonante, de artículos en revistas especializadas. Para ellos, el libro es algo muy banal si se compara con el rendimiento productivo de papers o artículos en revistas.

La llegada a la dirección de la Universidad del Valle de los colegas de la Facultad de Administración nos ilusionó; pero los resultados de esta última rectoría son quizás peores que aquellos de rectorías anteriores. Con el actual rector hemos visto pasar tres o cuatro directores del programa editorial; en su gestión han aumentado los tiempos de tardanza en los procesos editoriales y me temo que ha aumentado la diáspora de aquellos estudiantes y profesores que han preferido tocar las puertas de los programas editoriales de otras universidades. Con la actual rectoría, la Facultad de Humanidades ha vivido la experiencia de la casi aniquilación del taller de impresión que teníamos, en condiciones muy precarias, en el primer piso del Edificio Estanislao Zuleta.

A esa debacle hay que sumarle otra que es un daño terrible para las comunidades académicas de la Facultad de Humanidades; en la medición de Publindex para el año 2022, tan solo una revista –Lenguaje- logró acomodarse en el mediocre rango C; las demás revistas desparecieron y tendrán que luchar para salir del ostracismo. Si alguien quiere medir la magnitud de la deficiente política de publicaciones de la Universidad del Valle, basta examinar el listado de Publindex de aquel año; nuestra universidad no logró colocar en los exclusivos rangos A1 y A2 a ninguna revista, apenas hay tres en el rango B y acaso 4 en C. Estamos por debajo de universidades públicas como la de Antioquia, la de Caldas y la UPTC.

¿Nuestra dirección universitaria, incluida la decanatura de Humanidades, habrá hecho un juicioso diagnóstico de esta calamidad, con mea culpa incluido? No solo eso, ¿la comunidad docente de Univalle ha percibido la magnitud de este fiasco y ha pensado en soluciones o estamos en una onda de insuperable molicie? Si creemos con devoción en el sistema de medición de Publindex, pues hemos sido muy malos competidores dentro de ese sistema. Si estamos en contra de ese sistema, entonces deberíamos inventarnos una alternativa. Hasta ahora, lo único que veo es una rara mezcla de devoción y pésima gestión para sobrevivir en el exigente esquema que nos impone Publindex. Los colegas médicos, ingenieros y administradores se sentirán conformes con el hecho de que sus revistas sobreagüen en B; con ese dato, poco les importará incluir en su diagnóstico el adverso horizonte de las revistas de la Facultad de Humanidades. Hemos “logrado” con esta comedia de equivocaciones que nuestra Facultad quede editorialmente bloqueada.

Mientras esperamos los resultados de la nueva medición de Publindex, tendremos que afirmar que la política de publicaciones de la Universidad del Valle ha sido un desastre.   

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores