Realidad y verdad en la ciencia histórica (1)
La ciencia histórica padece hoy varios asedios que la
han vuelto muy relativa. De un lado, la proliferación de relatos de ficción que
se reclaman como novelas históricas, supuestamente sustentados en una mezcla de
imaginación y erudición. Las y los novelistas entonces aparentan, fingen o
muestran una enjundiosa investigación en archivos, aunque es lícito que
supongamos que eso hace parte de la trama ficcional. De otro lado, el empuje
democratizador de las memorias enfrentadas que buscan reconocimiento, verdad,
justicia en muchas partes del mundo y, por supuesto, con mucha fuerza aquí en
Colombia. En medio de eso, las y los historiadores somos pobres sujetos
cognoscentes bastante impopulares, por no decir que mediocres cuyo público o
mercado –según como veamos el asunto- es muy limitado. Hoy es más fácil y
atractivo leer un relato novelesco con un decorado de nombres y hechos que nos
ponen a imaginar un pasado o escuchar un testimonio en que tenemos presente al
ser humano que ha vivido una experiencia casi siempre, por desgracia, muy
traumática. Y, por supuesto, siempre ha sido difícil y aburrido leer el
circunspecto relato de un historiador repleto de citas documentales y notas al
pie de página; relato que mezcla narración y explicación que sólo sirve para
que tengamos una aproximación, tan solo eso, a la realidad del pasado.
A pesar de o debido a esos asedios, yo me he permitido
reflexionar en la naturaleza del conocimiento histórico, aunque parezca una
tardía reflexión tanto para la trayectoria personal como para la condición
general de la ciencia histórica en este presente atiborrado de tantas supuestas
verdades y, a la vez, de tantas incertidumbres. Esa reflexión la he hecho
tratando de responder a la pregunta compuesta siguiente: ¿qué es realidad y
verdad en la ciencia histórica? Les invito a leer lo que pude responder.
Empiezo con unas palabras de Paul Ricoeur que juzgo
pertinentes. Para el pensador francés, preguntarnos por la realidad del pasado o qué es real
aplicado al pasado histórico es la cuestión más complicada y al tiempo la más
inevitable cuando tratamos de establecer la diferencia entre ciencia histórica
y ficción. Ricoeur también advertirá que la respuesta a esa pregunta es muy difícil. Esta
advertencia nos facilita anunciar que este ensayo será, por tanto, una
tentativa. En buena medida, esta tentativa la tomo como un auto-examen, como un
ejercicio de necesaria reflexividad en torno a lo que las y los historiadores
solemos hacer. En mi tentativa de respuesta vislumbro cuatro niveles de
análisis, así:
Punto 1: ¿Qué puede ser la realidad para la ciencia histórica?
Esa pregunta puede ir acompañada de esta otra: ¿qué tipo de realidad puede ser esa a la que dirige su mirada la ciencia histórica? Para intentar responder aquí he partido de un par de supuestos que he leído en Hans-Georg Gadamer en su ensayo titulado El problema de la conciencia histórica (1957), un escrito anterior a su libro consagratorio Verdad y método. Apoyándose en Aristóteles y Hegel, Gadamer dice que el objeto determina el método para conocerlo y que todo método está ligado al objeto mismo. Siguiendo esto, agrego que la naturaleza del objeto determina tanto el método como el conocimiento que se produce. Ese vínculo de determinación me parece importante advertirlo para evitar que nos ilusionemos tempranamente. Si el objeto es difícil de definir y atrapar, igualmente difícil debe ser obtener verdades que podamos guardar como tesoros. Muy cerca de esa reflexión, evoco a propósito a Marc Bloch, cuando decía que una ciencia como la Historia debería definirse tanto por su objeto como por los métodos que necesita utilizar para acercarse a ese objeto.
Ahora bien, para tratar de precisar cuál es la realidad a la que dirigen su mirada las y los historiadores me apoyaré en las definiciones contiguas de Martin Heidegger y Marc Bloch; cercanía que no sorprende si tenemos en cuenta que el uno y el otro compartieron la misma inquietud cultural de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX en torno al tiempo. Ellos vivieron una época en que las ciencias humanas y las ciencias naturales experimentaron nuevas percepciones y relaciones con el tiempo, tanto así como para volverlo un objeto muy diverso. Heidegger y Bloch coinciden, grosso modo, en definir la ciencia histórica como la ciencia de los hombres en el tiempo.
(Sigue).
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