Propuesta
de una historia del pensamiento latinoamericano.
Segundo
periodo: la disputa por la nación.
Este segundo periodo de
una historia del pensamiento latinoamericano está signado por las condiciones
políticas propias del proceso de afirmación de las repúblicas basadas en el
funcionamiento del sistema representativo. Es el periodo de emergencia de
grupos sociales involucrados en las disputas por la hegemonía en el espacio
público; nacen y se definen los partidos políticos con sus luchas facciosas; habrá
frecuentes discusiones acerca del lugar de los sectores populares, de la mujer,
de la iglesia católica, de los militares en el nuevo orden. En varios países,
el Estado salió a conocer su dominio mediante expediciones que implicaron la
elaboración de una cartografía, de una literatura y de una iconografía. Esa
movilización científica entrañó, además, la ampliación de los predicados acerca
de la nación; así aparecen las tentativas de novelas nacionales, los cuadros de
costumbres, los relatos de viajeros. Varias escrituras ordenadoras pretendieron
cumplir una función civilizadora, entre ellas los manuales de urbanidad, de
economía doméstica, de ciudadanía.
Una relativa
democratización hizo posible la eclosión y competición asociativas; al lado de
eso, circularon el utopismo socialista, esbozos de igualitarismo cristiano,
tradicionalismo conservador, exaltación del liberalismo económico y social. Las
élites recibieron y difundieron el eclecticismo de Victor Cousin, filosofías
del entendimiento que revitalizaron a los empiristas ingleses, pensamiento
católico español y francés, las tesis médicas de la degeneración y luego los
hallazgos acerca de la evolución de las especies.
En las hipótesis de
Enrique Dussel, este periodo corresponde a un “quinto periodo” que inicia en
1820 y se cierra en 1880 con el arribo del positivismo. Dussel prefiere
caracterizarlo desde el punto de vista del “fracaso” latinoamericano en la
construcción de un nuevo orden. Ese fracaso estuvo determinado, según él,
porque América latina llegó tarde “al festín industrial del capitalismo”. Este
retraso o atraso explica, en buena medida, la inautenticidad del filosofar de
esos años. Discrepo de esa percepción en varios sentidos; primero, porque creo
que no es suficiente examinar ese periodo desde una perspectiva exclusivamente
económica. Aceptando esta pérdida de oportunidad de América latina en la
inserción de la economía-mundo, debe agregarse que es un momento discursivo
rico en enfrentamientos de agentes políticos y ese enfrentamiento fue muy
productivo en pensamiento acerca del lugar de cada agente en el orden
republicano. Segundo, no creo que el momento de cierre sea la llegada del
positivismo, como si la recepción y aplicación del positivismo de Auguste Comte
y de Herbert Spencer haya sido el desenlace de la conflictiva e inestable
situación precedente. Al contrario, el positivismo fue una de las varias
supuestas soluciones que los grupos dirigentes adaptaron y adoptaron a las
circunstancias de sus países, en nombre de la regeneración, del orden, de la
ciencia como orientadora de lo social.
En definitiva, este
periodo lo concebimos como una unidad temporal que abarcó varios momentos
discursivos que plasmaron la dificultad para que unos agentes sociales de la
política se impusieran categóricamente en la lucha por la hegemonía en el
espacio público de opinión. Por eso en ese periodo hubo pensamiento utópico
apropiado por grupos de artesanos; pensamiento liberal que tuvo expresión en la
libertad de cultos, en libertades individuales; pensamiento conservador que
cuestionó el proceso republicano y que reivindicó el lugar tutelar de la
Iglesia católica en el control social; hubo pensamiento regenerador que asumió
una pretendida solución autoritaria al supuesto caos provocado por la
modernidad liberal. Como lo hemos dicho en otra parte, en este periodo todos
estos momentos entrecruzados y enfrentados del pensamiento latinoamericano
tuvieron fundamental expresión en una extensa prosa del orden. Todos los
agentes sociales involucrados en la discusión de aquella época enunciaron
proyectos de nación y al enunciarlos contribuyeron a formas prescriptivas,
ordenadoras de la escritura. Fue un periodo atiborrado de manuales de
gramática, de urbanidad, de psicología, de ciudadanía. Abundaron informes
científicos, mapas, relatos de viajeros, reglamentos escolares.
El enfrentamiento de los
proyectos de nación, de progreso, de modernidad y de civilización fue lo
suficientemente rico en formas de pensamiento; esa búsqueda incesante e inútil
de un orden, en nombre de la razón y la ciencia, comenzó a ser cuestionada con
el arribo del modernismo. El modernismo anunció la llegada de las formas de
pensar y de actuar en las ciudades latinoamericanas iluminadas por las
filosofías de lo irracional.
Siguiente entrega: el archivo de este segundo periodo.
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