Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Memoria de la peste

 

Pintado en la Pared No. 239

Alberto Mayor Mora (1945-2021)

 

Un triste suceso en estos tiempos de pandemia ha sido la muerte reciente del amigo y maestro Alberto Mayor Mora, profesor jubilado de la Universidad Nacional de Colombia. Sociólogo, magister en Historia, especialista en sociología industrial y, sobre todo, autor de una extensa obra que lo coloca entre los principales aportes a la historiografía social colombiana. Lo conocí en 1993 como condiscípulo en la quinta promoción de la Maestría en Historia de la Universidad Nacional; para entonces, ya lo precedía el prestigio de su libro clásico publicado en 1984, Ética, trabajo y productividad en Antioquia. Luego de ese libro vinieron otros; en 1995, ganó el premio nacional de Historia de la extinta Colcultura, con un conjunto de ensayos sobre los artesanos en que destaco su minucioso relato sobre los artesanos que asesinaron en 1914 al dirigente del liberalismo radical, Rafael Uribe Uribe. Más tarde, en 2001, publicó la esperada biografía intelectual y política del ingeniero civil Alejandro López.

Mayor Mora fue de aquellos sociólogos que caminaron con toda naturalidad por los vericuetos de la investigación y la escritura históricas; muchos de sus ensayos fueron el fruto de su conocimiento de la obra de Max Weber y la de Edward Palmer Thompson.  Era un audaz y persistente descubridor de archivos. En cada conversación con él había la anécdota de un hallazgo documental, una investigación en ciernes y la novedad de otra publicación suya. Después de su jubilación, siguió siendo un investigador acucioso cuya labor quedó plasmada, por ejemplo, en su voluminoso trabajo sobre las escuelas de artes y oficios en Colombia.

Puedo decir que fue mi maestro, porque aprendí con su ayuda a hurgar en la documentación. Siempre tenía a la mano un dato exacto y orientador que ahorraba camino en las pesquisas. Pero también puedo decir que fue mi amigo; alguna vez me prestó una colección privada de periódicos de artesanos del siglo XIX. Con él compartí la alegría ya lejana de mi premio nacional de Historia de 1994, obtenido con la entonces inédita biografía de Luis Tejada, un personaje que a él también le interesaba porque hallaba alguna semejanza con su Alejandro López. A la distancia, él fue varias veces una voz de aliento en mis peores situaciones en la Universidad del Valle.

Mayor Mora nació y creció en Cali en el hogar de un artesano que fue la inspiración de muchas de sus investigaciones; sus primeros pasos de docente e investigador los dio en la Universidad del Valle y en la Universidad Santiago de Cali; con frecuencia lo tuvimos de profesor invitado en el Departamento de Historia. La última vez que lo vi fue hace un par de años, cuando aceptó participar del lanzamiento de la segunda edición de mi biografía de Manuel Ancízar, en el Archivo General de la Nación. Allí compartimos nuestras experiencias en la escritura biográfica, debatimos acerca de las dificultades de un género de investigación y escritura que tiene muy pocos seguidores en Colombia. Coincidimos en afirmar que nuestras universidades son, paradójicamente, el principal obstáculo para emprender investigaciones de tal naturaleza.

Se ha ido un investigador de las ciencias humanas y sociales que ha dejado una obra que seguirá siendo leída y discutida en el ámbito universitario. Alberto Mayor Mora ha dejado huella, y esa certeza supera la noticia de su muerte.

Mi sincero sentimiento de solidaridad con su familia.

  

 

 

 

 

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