Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

viernes, 19 de enero de 2024

Pintado en la Pared No. 306

 

La condición judía

« Todo tirano está sostenido por un judío, y todo papa por un jesuita ».

Karl Marx, 1856

 

Three essays on Jewish Condition son tres conferencias del historiador y filósofo Isaiah Berlin impartidas en la Sociedad Inglesa de Historia Judía, institución que él mismo dirigió por algún tiempo. El más denso de esos ensayos es el dedicado a las vidas de Benjamin Disraeli y Karl Marx, en 1967; el segundo lo consagra a la vida del sionista y comunista Moses Hess y data de 1969; el último es el más viejo de todos, data de 1952, y es una reflexion sobre la situación histórica de los judíos y lo tituló « Los judíos: de la esclavitud a la emancipación ». No hay que ser muy perspicaz (ni suspicaz) para notar que los tres ensayos fueron concebidos en una época de enormes cambios de la condición judía en el mundo. Por supuesto, Berlin no oculta la huella del trauma reciente de la segunda guerra mundial y la conflictiva afirmación del Estado de Israel. Sospecho que sin esa atmósfera de terrible transición en la historia occidental no habrían sido posibles ni necesarias las conferencias del historiador judío-británico.

Los tres ensayos no ocultan una función edificante; las vidas disímiles de Disraeli y Marx, sus trayectorias politicas tan distintas pero cuya afinidad la establece el origen judío de sus familias; Disraeli con un pasado anclado en familias judías italianas y Marx con raíces húngaras. Al lado de ellos, Moses Hess que expresa el vínculo de dos utopias, la del socialismo y la del nacionalismo judío. Para Hess, la idea de nación es un fenómeno histórico natural, una herencia de sus antepasados que conduce de modo inexorable hacia una Tierra santa; humanidad, igualdad y nación adquieren unidad en el pensamiento de aquel judío alemán, dice Berlin. Ahora bien, ¿qué hace similares a esta triada de ideólogos y políticos del siglo XIX europeo? Según el historiador, los tres se rebelaron contra la sociedad burguesa, los tres se sintieron intrusos en los países europeos en que vivieron. Pero, puesto el acento sobre Marx y su compañero de luchas Hess, Berlin enfatiza un lazo indisoluble entre la regeneración social prometida por el comunismo y la aspiración judía de afirmar una vida armoniosa en cualquier sociedad. Con admiración, Berlin le atribuye al comunista Hess una clarividencia casi profética, porque, según el historiador judío-británico, predijo « con una precisión casi sobrenatural » el sufrimiento judío del siglo XX. Fue Hess quien supuso, además, que serían los sacrificados judíos-alemanes los únicos deseosos y capaces de « crear una comunidad autónoma en Palestina ». En fin, en los dos primeros ensayos Berlin se esfuerza por mostrar una hermandad ideológica de las utopías socialistas y comunistas del siglo XIX con un proyecto sionista.

El último ensayo del libro es el primero cronológicamente y es el más explícito en la adhesión de Berlin a la creación, por entonces muy reciente, del Estado de Israel. Podría traducirse « Los judíos: de la esclavitud a la emancipacion »; según él, la historia de los judíos ha sido de sumisión, de persecución y martirio. El pueblo judío, dice Berlin, ha tenido que vivir como forastero, ha tenido que aprender a asimilar costumbres, a vivir según los códigos y reglas de las naciones que los acogen y eso ha sacrificado su identidad, su libertad. En esas naciones que los han albergado, los judíos han logrado una extraordinaria simbiosis y ese es el caso, según el historiador, de los judíos alemanes.

En 1947 la ONU había aprobado la división de Palestina; al año siguiente fue proclamado el Estado de Israel. Con esa experiencia tan cercana, Isaiah Berlin apuesta por creer que la creación de un Estado judío compensa siglos de persecución y muerte para los judíos del mundo. El nuevo Estado de Israel es la cumbre de la emancipación y la solución identitaria para la diáspora judía. La dispersión perpetua parecía resolverse en la unidad de una nación fija en un territorio y, en particular, la humillación perpetrada por el nazismo a los judíos alemanes encontraba una recompensa de vivir una ciudadanía plena; el nacimiento de Israel era el reconocimiento de « su estatus de seres humanos » y era la gran oportunidad de disfrutar « la libertad fundamental de elección », de « llevar su propio camino hacia lo mejor o hacia lo peor ».

« Hacia lo mejor o hacia lo peor », afirmaba Berlin en aquel ensayo de 1952. Leída hoy, en 2024, aquella entusiasta justificación del recién nacido Estado de Israel, tendremos que admitir que aquel Estado judío construido en nombre de la humanidad y la libertad ha ido caminando cada vez hacia lo peor. En la coda de su ensayo, Berlin aseguraba que aquellos seres humanos reunidos en el nuevo Estado tenían el derecho de, incluso, « conducirse mal en los límites permitidos a todos los humanos miembros de los sociedades libres ». Isaiah Berlin quizás no presagiaba que aquel Israel de los judíos libres y con plenos derechos iba a volverse un Estado de genocidas despiadados protegidos para masacrar de manera impune. Israel nació como un Estado de judíos víctimas de un genocidio y fue convirtiéndose en un Estado perpetrador de crímenes de guerra. Su larga experiencia de víctimas les enseñó a ser unos estupendos asesinos.

El historiador y filósofo británico publicó estos tres ensayos como libro en 1970, cuando la situación de los judíos en el mundo había cambiado mucho; Israel acababa de ganar la Guerra de los Seis Días contra sus enemigos árabes y se erigía en una potencia militar amparada por el mundo occidental. La contribución intelectual de Berlin era la de un ardoroso militante del proyecto de expansión israelí en el Medio Oriente. 

  

 

 

 

     

 

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