Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

domingo, 26 de marzo de 2023

Pintado en la Pared No. 281

 Primer periodo: Ilustración moderada y emergencia del nuevo orden republicano.

 

El archivo.

Un lector fiel y atento me ha peguntado cuál es el archivo del primer periodo que recientemente he esbozado aquí de una pretendida historia del pensamiento. La pregunta exige que enuncie con alguna precisión cuáles pueden ser los autores y obras que pueden ayudarnos a reconstituir los aportes al pensamiento latinoamericano en un periodo de tránsito del antiguo régimen monárquico a la instalación de las repúblicas bajo las coordenadas genéricas de un sistema político representativo. Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos esbozar un corpus documental básico.

Un primer conjunto documental lo hallamos en las memorias científicas del personal criollo ilustrado que tuvo protagonismo durante las reformas administrativas borbónicas. Los ingenieros, geógrafos, botánicos, físicos que recorrieron los territorios político-administrativos de capitanías y virreinatos, algunos de ellos siendo al tiempo sacerdotes católicos, científicos y funcionarios sometidos a las autoridades españolas. En la segunda mitad del siglo XVIII hispanoamericano, esos individuos renovaron relativamente la enseñanza de las ciencias naturales y la filosofía en las universidades o colegios de aquel tiempo; en el caso de Nueva España, podríamos pensar en Joseph Antonio de Alzate y Juan Benito Díaz de Gamarra. Para Perú, Hipólito Unanue y José Baquijano y Carrillo.

En la transición revolucionaria, algunos de esos proto-científicos de fines del siglo XIX devinieron pensadores del nuevo orden republicano; su pensamiento fue una hibridación de fórmulas del antiguo régimen con preocupaciones por la legitimación de las tesis de la soberanía fundada en la voluntad del pueblo. A esa transición pertenecen José Joaquín Fernández de Lizardi, en Nueva España; Antonio Nariño y Miguel de Pombo en Nueva Granada; Mariano Moreno en Río de la Plata. Algunas publicaciones periódicas surgidas entre 1808 y 1820 son tan importantes para el investigador como algunos nombres propios; pienso en la Gaceta de Buenos Aires, la Gaceta de Caracas, El Argos de la Nueva Granada, entre muchos otros títulos de prensa.

En el proceso de consolidación de la independencia y la formación de instituciones republicanas, deberíamos tener en cuenta las obras de José María Luis Mora para México, Francisco Javier Yanes para Nueva Granada y Venezuela. Más claramente, entre los decenios 1820 y 1830 es indispensable detenerse en aquellos que quisieron hacer innovaciones en los derechos penal y administrativo, muchos de ellos bajo el influjo del utilitarismo de Jeremy Bentham. Pienso, por ejemplo, en Pedro Alcántara de Somellera en Argentina, Ezequiel Rojas y Florentino González en Colombia.

Pero me atrevo a sugerir que hay, además, una documentación preciosa poco aprovechada que proviene de los archivos de colegios y universidades de los decenios 1820 y 1830. Se trata de los programas de cursos y certámenes de las carreras de Derecho de esa época; allí suelen aparecer esquemática pero nítidamente enunciadas las corrientes filosóficas y las obras que estuvieron en el centro de la enseñanza y del debate público en torno a la construcción del Estado republicano. En esos años se había vuelto apremiante enseñar la “ciencia de gobierno” plasmada en las áreas del derecho constitucional, administrativo y penal. Allí hay, entonces, una veta documental digna de mejor uso para reconstituir posiciones en esas discusiones. Acudir a ella puede librarnos de reproducir lugares comunes en la historia del pensamiento latinoamericano de este periodo. 

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