Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Pintado en la Pared No. 168-La crítica histórica


En Colombia nos quejamos de la casi inexistencia de los críticos literarios; la queja puede extenderse a la casi nula crítica histórica. Al austero paisaje de novedades librescas en la historiografía colombiana le sigue la pobre actividad crítica que ejercemos nosotros mismos. Eso puede indicar varias cosas; una, inmediata, es que nos leemos muy poco, por no decir que nos ignoramos con holgura. Hay cierto desinterés informativo y formativo, poco deseo de ser curiosos y, luego, exhaustivos. La otra, también posible o complementaria de la anterior, es que somos una pequeña comunidad científica muy condescendiente, tememos herir susceptibilidades, perder la amistad de los colegas. Por esto último, la comunidad de historiadores ejerce una muy débil autoridad a la hora de examinar aquello que puede ser considerado aporte original, contribución a una tradición. Aún más, somos pobres en ejercicio del criterio y entonces aceptamos que cualquier cosa de calidad dudosa tenga un brillo innecesario. O, al revés, que una obra valiosa se pierda, como decía una novia añeja, en la bruma de la nada.
Esa pobre crítica tiene repercusiones. Se destaca en las muy débiles y esforzadas secciones de reseñas de nuestras revistas especializadas. Pero también se destaca en la impunidad consentida con que algunos colegas pueden recurrir a formas fraudulentas de escritura sin ninguna sanción de la comunidad a la que pertenece. En algo más se hace notoria esta deficiencia nuestra: hace rato no tenemos debates historiográficos; ¿entre quiénes podemos tener una didáctica discusión sobre alguna obra en particular, sobre una tendencia interpretativa, sobre un método de dudosa eficacia? Sobre nada discutimos hace rato. Del mismo modo que no debatimos tampoco exaltamos a alguien en particular ni rendimos homenaje. Nos está faltando, quizás, llegar a una etapa profesional e institucional mayor; es probable que todavía estemos a mitad de camino en la adquisición de una mayoría de edad colectiva.

¿Cuántas reseñas de libros anuales escribimos los historiadores colombianos? ¿Cuántas reseñas les exigimos semestralmente a nuestros estudiantes? Ese género breve, argumentativo, sintético y punzante ha perdido encanto. Las conversaciones alrededor de un libro o de un autor han quedado reducidas a la simpleza y obviedad. A nuestros estudiantes, si acaso logran leer libros completos, les queda difícil luego escribir más allá de resúmenes o parafraseos anodinos. Allí hay otro gran desafío formativo. 

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo profesor. En ocasiones cuando se proponen temas como congregarse a leer un libro en particular o discutir sobre un autor, no resultan actividades llamativas.

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