Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Pintado en la Pared No. 171-Mayo de 1968-Mayo de 2018


Álvaro Acevedo Tarazona, 1968. Historia de un acontecimiento. Utopía y revolución en la universidad colombiana, Bucaramanga, UIS, 2017.


Llega un libro muy a propósito de una conmemoración importante. El historiador Álvaro Acevedo Tarazona (Universidad Industrial de Santander) ha escrito un libro-mamotreto que contiene una investigación enjundiosa sobre el impacto del Mayo de 1968 francés en la cultura juvenil y el movimiento estudiantil universitario colombiano. Son más de 600 páginas de una investigación rigurosa que nos obliga a pensar en varias categorías que aquel acontecimiento puso a discutir con más fuerza. El libro del profesor Acevedo y la conmemoración misma llegan en un momento oportuno. Estamos ante uno de los momentos de mayor devaluación del sentido de las generaciones jóvenes. El modelo neoliberal en América latina ha contribuido de modo pérfido en el decaimiento de la juventud como categoría social y política. Los gobernantes han olvidado a la población juvenil de sus proyectos políticos, todo lo contrario del impulso que había dado aquel suceso en Francia y sus repercusiones en la vida intelectual latinoamericana en el decenio de 1970.

El libro se interroga y responde acerca de cuál puede ser el significado histórico de los sucesos de 1968. Para el autor, es un hito que le pone sello a un proceso de larga duración “en las estructuras culturales”. Puede entenderse como el aldabonazo que anunció una crisis de confianza del sistema capitalista y de las apuestas socialistas. Es el momento de “crisis del sueño de modernidad”. En suma, se trata de un signo de ruptura en lo que había sido el ascenso de la vida confortable del capitalismo luego de la segunda guerra mundial. Todo lo que parecía firme hasta entonces se desvaneció ante un estallido de rebeliones juveniles que pusieron en tela de juicio las relaciones de sus hijos con sus padres, de los discípulos con sus maestros, de los jóvenes con las instituciones de gobierno. Fue el estallido de un desencanto.

Ahora bien, lo que más puede interesa del libro de Acevedo Tarazona no es tanto la caracterización de aquel hecho, si no más bien el examen de sus consecuencias en la vida pública latinoamericana. Por eso, luego de un par de capítulos genéricos que sirven para situar el hecho, vienen tres capítulos que, a mi modo de ver, son la médula de esta obra generosa. En ellos se detiene en lo que fueron los cambios y convulsiones que sufrió, principalmente, el sistema universitario colombiano porque allí fue donde circularon y se expandieron los discursos asociados con aquella rebeldía juvenil planetaria. Las universidades públicas fueron los espacios en que una clase media, quizás titubeante, intentó encontrar algún tipo de identidad y definición para discutir con el esquema bipartidista tradicional. Es allí donde las izquierdas colombianas adquirieron sus peculiares fisonomías. En este punto, el libro enjundioso de Acevedo es una contribución en la comprensión de lo que ha sido, en la historia cultural y política colombiana reciente, el fenómeno del izquierdismo.

Y decimos que el libro llega en buen momento porque va a ayudarnos a entender porque, luego de que la juventud tomó la palabra, especialmente en el mundo occidental, ha terminado en una categoría social despreciada. Hoy estamos lejos, culturalmente, de los ruidos urbanos que provocó el movimiento de Mayo de 1968; los jóvenes colombianos ya no son los potenciales portadores de utopías, el sistema de universidades públicas está debilitado por la desfinanciación creciente. Lo que era una revolución en inmediata perspectiva es hoy una palabreja devaluada. Estamos lejos de la utopía revolucionaria de aquellos años intensos, y no hablo solamente de la distancia temporal, la distancia es afectiva. Es cierto que aquellos años rebeldes abrieron las puertas de la diversidad, un hallazgo vital en la vida pública de los últimos tiempos; pero también es cierto que ha habido un persistente descuido en políticas de juventud. Para América latina, 1968 no fue solamente la ilusión del Mayo del 68 francés, también fue la matanza de Tlatelolco. La esperanza y el dolor se mezclaron desde el inicio. Hoy, 50 años después, tenemos gracias al libro de Acevedo Tarazona buen sustento para hacer un balance.













No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores