Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Nuestras ciencias humanas



Las ciencias humanas y sociales en Colombia conocen un trayecto serio de consolidación institucional en las universidades colombianas; constituyen una comunidad crítica de muy diversa formación con muy diversas y muy interesantes perspectivas de investigación y producción intelectual. Se expresa de modo rutinario mediante una muy buena variedad y calidad de revistas cuyo mayor defecto es que son herméticas, hiper-especializadas; pero, en ellas, cada ensayo y cada reseña están sometidos a una juiciosa y hasta dispendiosa evaluación entre pares académicos. Los científicos sociales y humanistas promovemos cotidianamente eventos nacionales e internacionales de difusión de novedades; discutimos y proponemos soluciones para las circunstancias actuales de la sociedad colombiana; también examinamos el pasado para que el país sepa recordar y entender los procesos que hemos vivido como comunidad humana específica y, por supuesto, intentamos imaginar responsablemente las condiciones futuras de convivencia y conflicto inherentes a un país que no ha sabido resolver problemas desde su génesis como Estado-nación.

Esa riqueza acumulada merece, de nuestra parte, un balance crítico y colectivo, un ejercicio de introspección y retrospección que nos permita saber qué hemos venido siendo como sociólogos, como antropólogos, como filósofos, como historiadores, en fin, como estudiosos del ser humano en múltiples dimensiones; necesitamos examinar qué hemos producido, qué hemos dejado de hacer, cuáles pueden ser los objetos, los métodos y las prácticas que nos han ido distinguiendo, qué nos falta por aprender y entender. Y, sobre todo, nos hace falta captar la condición en que estamos, qué lugar estamos ocupando en las prioridades de las burocracias universitarias, de la educación y de la cultura en Colombia.

Ese auto-examen necesita, sin duda, un respaldo institucional que, es forzoso constatarlo, las ciencias humanas y sociales en Colombia han dejado de tener. ¿Desde cuándo Colciencias no convoca estímulos y financiación para proyectos de investigación en áreas específicas de las ciencias humanas? ¿Desde cuándo no le interesa convocar investigaciones sobre asuntos de la Lingüística o de la Filosofía o de la Literatura o de la Psicología o de la Historia o de la Sociología? ¿Desde cuándo Colciencias se ha dedicado a crear un cerco para la producción intelectual de los científicos sociales, a denigrar sus revistas, a colocar como modelos de escritura a lo que se produce en las ciencias exactas o “duras”? ¿Desde cuándo Colciencias ni los ministerios de Educación y Cultura no instituyen premios nacionales que estimulen y reconozcan la investigación y la escritura en nuestras ciencias en diferentes niveles de formación? A ese desprecio se agrega lo que algunas vicerrectorías de investigación hacen o dejan de hacer en algunas o muchas universidades colombianas, donde creen que las humanidades o las ciencias humanas son simple ornato de cultura general para los estudiantes o un conjunto de incómodas prácticas de investigación que no caben en los formatos de seguimiento, evaluación y financiación. Quizás haya que decir, para ir apurando algo del balance, que mucho de lo bueno e interesante que se ha producido en las ciencias humanas en Colombia se ha producido por fuera de la estrechez y hasta hostilidad de nuestras universidades.

En resumen, es indispensable un balance colectivo de nuestras historias disciplinares; exigir o inventarse un ambiente institucional de promoción de la investigación, de la publicación y difusión de obras; exigir o inventarse premios nacionales que valoren lo que mejor hacemos en la creación e investigación humanística en Colombia. Pero para eso hay que empezar por conversar entre nosotros y ponernos de acuerdo.

Pintado en la Pared No. 203 
  


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