Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Montenegriada No. 2

 

Mamá Tina

Faustina Isaza Zapata nació en Pueblo Rico (Antioquia) el 7 de febrero de 1894, por eso solía recordar su infancia durante la guerra de los Mil Días (1899-1902); recordaba un campamento acompañada de sus padres y abuelos, ella andaba con un morral que a sus seis o siete años debía cargar en largas caminatas de una tropa que, en la retaguardia, estaba compuesta de mujeres y niños. También recordaba los discursos de Rafael Uribe Uribe, antes de que lo mataran a hachazos en el centro de Bogotá; también dice que vio muy cerca a Enrique Olaya Herrera y a Alfonso López Pumarejo; de Jorge Eliécer Gaitán recuerda los discursos que escuchó en la radio, antes de que lo asesinaran. En 1940 salió de Fredonia, donde vivía de lavandera y se había llenado de hijos, siete hijos de cuatro padres diferentes, todos ellos hombres blancos de muy buenos apellidos, hijos de dueños de haciendas que les gustaba visitar las orillas de ríos y seducir a las mulatas lavanderas que creían -ilusionadas e ilusas- los horizontes de prosperidad, amor y ventura que les dibujaban los mozalbetes ricachones de Antioquia.

A Faustina no le gustaba contar esa historia, menos le gustaba saber que era mulata, que tenía trazos de negrura. “Desde chiquita me enseñaron a tenerles miedo a los negros azulosos, negros ladrones y asesinos que no les importaba la autoridad”. Ella era hija de negra y mestizo, por eso tenía trazos de mulata y cuarterona, cabello ensortijado, piel broncínea y templada que tardó en ceder a la acumulación de tiempo.

Mamá Tina, como le decían sus hijos, o Mamita Tina, como le decían sus nietos, llegó caminando a Montenegro desde Fredonia; su primera estación fue en Belálcazar, adonde había llegado su hermana Angelina un año antes; Angelina atendía en una cantina y le dio posada a su hermana Faustina que venía con los tres hijos mayores, los más pequeños los había dejado al cuidado de un hermano en Fredonia. “Vivimos, mal que bien, en Belálcazar y nos aburrimos porque no había mucho qué hacer; no conseguí buen trabajo ni tierrita para cultivar”.

Un día, las hermanas Angelina y Faustina se sentaron a tomar una decisión, mientras sonaba de fondo un tango del malogrado Carlos Gardel: “Nos ibamos pa´Manizales con los ahorros de Angelina y su hija Aurelia o nos ibamos pa´los cafetales de los lados de Armenia, en Montenegro había un primo viviendo por el río La Vieja”. Las hermanas resolvieron repartirse: Angelina se fue con su hija y montaron un burdel en el barrio San Antonio de Manizales; Faustina le prestó un hijo a su hermana y se fue con el resto de la familia a conocer los cafetales quindianos.  

-Aquí llegué con mis hijos desgalamidos a una piecita donde mi primo Leonidas. Todos conseguimos trabajo al otro día en una finca muy grande al borde del río La Vieja. Yo ordeñaba vacas y lavaba ropas; Germán, el mayor, aprendió rápido a arriar el ganao; Horacio y José Manuel se fueron a coger café. Al poco tiempo tuvimos ahorros pa´ir a Fredonia a traer a los demás muchachos y a María, la única hija mujer, y lueguito tuvimos con qué comprar un solar, este solar, aquí, en la vereda El Castillo.

Sí, aquí, en la vereda El Castillo, municipio de Montenegro, murió Faustina Isaza Zapata el 12 de diciembre de 1992.

Pintado en la Pared No. 218.

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