Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

domingo, 30 de mayo de 2021

Memoria de la peste

 

 La universidad pública y la protesta social (2).

 

La universidad pública colombiana puede hacer un aporte muy relativo a la crisis social y política que ha tenido expresión cotidiana en más de un mes de protestas callejeras. El acceso a la educación es apenas uno de los temas centrales en las demandas que han tomado la calle en este último mes; la situación de empobrecimiento de la gente joven ha puesto por delante otros asuntos como la necesidad de una renta básica mensual. La Universidad del Valle, situada en el epicentro de esa protesta, tiene por delante unos retos enormes para contribuir a brindarle mejores condiciones de educación a la juventud que, con valentía, ha enfrentado la brutal represión del gobierno Duque.

La apertura del campus universitario.

El paso más inmediato debe ser la reapertura del campus universitario; creo que están dadas las condiciones de salud pública para un retorno progresivo a las clases presenciales el semestre próximo y al funcionamiento regular de los servicios de restaurante universitario, de la biblioteca central, del sistema de salud. Sobre todo, es indispensable que la Universidad del Valle recupere las condiciones de una vida en comunidad, dispuesta a reunirse, a discutir propuestas de reforma académica y administrativa que la sintonicen con las demandas de la gente joven de la región.

La ampliación de su cobertura.

Algunos consideran prioritario que la Universidad del Valle se instale definitivamente con una sede en el oriente de Cali; allí debería construirse un nuevo campus que ofrezca todas las carreras y programas académicos tanto de pregrado y de posgrado. A esa propuesta yo me permito agregar que ese nuevo campus debería albergar por lo menos 10.000 nuevos estudiantes y tener como una de sus premisas el reclutamiento de al menos 50 jóvenes investigadores en todas las áreas del conocimiento que puedan garantizar altos niveles en actividades de docencia, investigación y extensión. Algo semejante debería emprenderse en el centro o norte del departamento del Valle; una sede que acoja a estudiantes de esa zona del departamento y que también irradie la influencia de la universidad en los departamentos vecinos (Chocó, Quindío y Risaralda, principalmente). En asocio con las universidades del Cauca y Nariño, la Universidad del Valle debería ofrecer programas de pregrado y posgrado en beneficio de toda la población juvenil del suroccidente colombiano.

Por supuesto, proyectos de expansión de esta naturaleza demandan la aplicación de la matrícula cero, las garantías de un presupuesto que les dé sustento al crecimiento de la institución en la creación de nuevas sedes, a la formación y reclutamiento de jóvenes doctores en todas las áreas de conocimiento, a la financiación de la investigación.

La investigación social en una región pluriétnica.

La riqueza pluriétnica del suroccidente colombiana necesita ser examinada y valorada sistemáticamente por las universidades públicas colombianas; la Universidad del Valle tiene que corregir o reforzar en ciertos aspectos la investigación acerca de esa compleja riqueza cultural de esta región del país. Para eso debe dar algunos pasos inmediatos como, por ejemplo, la creación de un departamento de antropología con un programa académico de pregrado. No puede ser que la principal universidad del suroccidente colombiano vea como un asunto decorativo el estudio de la población de esta región en su dimensión antropológica.

Al lado de eso es muy importante la creación de un centro de investigación que reúna grupos interdisciplinarios dedicados a investigar las dimensiones histórica, lingüística, geográfica, médica, filosófica, antropológica, sociológica de la población y los poblamientos de las ciudades y del mundo rural del suroccidente de Colombia. La universidad pública colombiana tiene que comprometerse con el rescate y difusión de saberes ancestrales, de las lenguas de las comunidades originarias, de las cosmovisiones de todas las comunidades étnicas que constituyen el variopinto paisaje cultural de esta parte del país.  

Por supuesto, la concreción de estos propósitos pasa por un necesario cambio cualitativo y cuantitativo en los presupuestos para la educación superior en Colombia; pasa por discusiones y acuerdos entre los miembros de nuestra comunidad universitaria y entre la universidad pública y la sociedad de esta región. Por eso sólo podemos hablar, hasta hoy, de propósitos de redefinición del lugar de la universidad pública colombiana en una sociedad más incluyente y participativa. Eso está por verse, eso está por lograrse en medio del cruento sacrificio de nuestra gente joven en las calles de Colombia.

Pintado en la Pared No. 231.

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