Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

lunes, 20 de junio de 2022

Memoria de la peste

 

Pintado en la Pared No. 253

Un pequeño avance

 

Hoy, 20 de junio, despertamos con el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de Colombia. Su victoria puede ser un pequeño y significativo avance en un país atrabiliario y conservador. Su derrota habría sido un gran retroceso y habría catapultado a una cosa peligrosa inventada por publicistas. La victoria fue por estrecho margen y deja al país partido en dos mitades, por eso la principal tarea del nuevo presidente será tratar de unificar, de conciliar. En su discurso triunfal, Petro adelantó que iba a abrirle la puerta a la oposición política y que la relación con sus rivales políticos se fundará en el respeto. Ojalá logre su cometido y ojalá sea una actitud auténtica, porque Colombia necesita superar muchos conflictos y moderar el lenguaje de la discusión política cotidiana.

En mi modesta opinión, lo mejor del triunfo del exguerrillero Petro es que haya ascendido al poder, como su fórmula vicepresidencial, la dirigente afrodescendiente Francia Márquez. Ese es un cambio verdadero en la vida pública colombiana, demuestra que muy buena parte de la sociedad colombiana admira a mujeres luchadoras que vienen del hostil mundo rural. Ella es el gran hecho político, la gran novedad del momento, el anuncio de una transformación trascendental si se compara con la ya larga y sinuosa trayectoria del presidente Petro.

Con Francia Márquez, primera mujer afro que llega a la vicepresidencia de Colombia, toma relieve una población marginada y maltratada que vive en las costas del suroccidente y del norte del territorio. Sin la alta votación conquistada en el Pacífico colombiano, Petro no sería hoy el nuevo presidente. Por tanto, esa zona del país merece estar en las prioridades de los planes del gobierno que empezará en los próximos días.

El nuevo presidente debe saber que la mitad del país lo odia o le teme. El anti-petrismo alcanzó más de 10 millones de votantes, de modo que necesita ser muy pedagógico para persuadir a esa mitad de Colombia que cree que se va a perpetuar en el poder y que nos va a llevar a un socialismo ruinoso en cuatro años. Gustavo Petro y Francia Márquez tendrán que entender que protagonizan una inflexión importante, pero que el momento exige prudencia. Necesitan definir bien las prioridades y dejar un camino desbrozado para quienes les sucedan en el poder. En fin, el momento demanda humildad.

Los más entusiastas dicen hoy que comienza una nueva era para Colombia. Tanta expectativa no es buena porque eso puede mutar en una rápida decepción. El nuevo gobierno tiene que tomar decisiones responsables que logren, primero, reconciliar y, luego, persuadir sobre la necesidad de unos cambios fundamentales en el modelo económico neoliberal que nos ha dominado y empobrecido durante más de tres décadas. Gustavo Petro tiende a desvanecerse en un discurso difuso y confuso sobre las reformas económicas y sociales más inmediatas; sino sabe rodearse de un equipo de especialistas y si no sabe escuchar los clamores de la gente, entonces estaremos ante una oportunidad desperdiciada. 

La tarea inmediata y más sensata es vigilar a los líderes políticos y hacerles cumplir lo que prometieron durante la campaña electoral.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores