Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

domingo, 12 de marzo de 2023

Pintado en la Pared No. 280

 (continuación de Apuntes para una historia del pensamiento latinoamericano).

Primer periodo: Ilustración moderada y emergencia del nuevo orden republicano.

Este periodo cubre cronológicamente, y con las variantes de cada lugar específico, de 1750 a 1830, y comprende tres momentos discursivos que ya hemos descrito (ver Pintado en la Pared Nos. 269, 271,273). Inicia con lo que fue la recepción moderada de la Ilustración mediante el filtro de España. Científicos y escritores vasallos de la Corona española exhibieron la voluntad de participar de las tareas organizativas del reformismo borbón, aportaron sus conocimientos, basados en “las ciencias útiles”, acerca de la población y el territorio. En este primer momento, determinadas ciencias contribuyeron a las labores de gobierno; en tal sentido, las ciencias fueron instrumento político de la monarquía. En esa condición, el criollo ilustrado cumplió una labor subordinada y logró discutir con algunas teorías sobre el mundo natural y social; especialmente interesante fue el debate con el determinismo climático de Montesquieu.

Ese criollo ilustrado fue, en la coyuntura de la crisis monárquica, especialmente entre 1808 y 1814, el nuevo agente político, principal beneficiario de las mutaciones políticas de aquella coyuntura. Su desplazamiento de las ciencias útiles a las teorías de gobierno estuvo nutrido por su conocimiento del pensamiento político de Grecia y Roma, de autores del mundo anglosajón mediante el filtro de la experiencia revolucionaria de Estados Unidos y del pensamiento político francés, especialmente Montesquieu, Rousseau, Sieyès y Constant. En esta etapa se impone la propuesta de una república basada en la representación política, en una soberanía del pueblo delegada en los supuestos representantes genuinos de la voluntad popular.

Este primer periodo cierra con la estabilización de un Estado que ha construido su propia codificación en señal de ruptura definitiva con los remanentes de la legislación española. La lectura de Bentham, de los empiristas ingleses y franceses contribuyó a fijar la racionalidad de un Estado moderno regido por una ciencia constitucional y una ciencia administrativa. En este punto de la historia, el abogado se ha erigido en el baluarte de la transformación jurídica del Estado, en el principal receptor de los postulados modernizadores de los teóricos de la legislación.

La política, en este momento, devino ciencia con sus métodos de indagación aplicados al cuerpo social. Y es posible que estemos ante un paso seminal de las ciencias del hombre, inspiradas por la lectura por el grupo de los ideólogos, intelectuales franceses provenientes de diversas ciencias que impulsaron el conocimiento del hombre. Con ese influjo, en los claustros universitarios del sur de América fueron leídos el Traité de législation de Francois-Charles Comté, los varios tomos de Éléments d`idéologie de Destutt de Tracy, los Principios de moral y legislación de Jeremy Bentham. Al lado de ellos, las obras de Charles-Jean Bonnin, Helvetius, Maine de Biran, Cabanis y Broussais.

Con un Estado relativamente organizado en su codificación, emergió la necesidad consecuente de salir a conocer su dominio, de estudiar el territorio y la población. Cuando el Estado intenta conocer la nación que debe gobernar, estamos ad portas de un nuevo periodo.

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