Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Pintado en la Pared No. 304

 

Israel es un Estado terrorista y genocida

[Nuestro blog se ha restablecido después de haber sido eliminado durante un par de días por un hackeo que puede tomarse como una censura. Agradezco el apoyo que recibí de varios lectores].

 

El 7 de octubre de 2023, el grupo Hamas irrumpió en territorio israelí y mató a más de 1200 civiles y secuestró a unas 240 personas. Sus acciones pueden calificarse como terroristas y como crímenes de lesa humanidad. Enseguida, el Estado de Israel emprendió un asedio a la Franja de Gaza, una ciudad de más de dos millones de habitantes que ha vivido confinada, encerrada por vallas en condiciones de bloqueo económico y de restricciones a la movilidad, por eso se le ha considerado la prisión más grande del mundo al aire libre. Luego de más de cuarenta días de ataques militares de Israel contra la población residente en Gaza, han sido asesinados más de 13 mil civiles palestinos, entre ellos cerca de 6 mil niños; el Estado de Israel ha destruido hospitales, escuelas, iglesias. Ha restringido o clausurado el suministro de medicamentos, agua, energía eléctrica, alimentos para la población de Gaza. Todo eso ha sucedido en nombre de “la legítima defensa” y con el pretexto de eliminar la amenaza de Hamas. Las acciones perpetradas por Israel contra el pueblo palestino pueden denominarse también terroristas, a una escala superior en cifras a la masacre cometida por Hamas; y también pueden señalarse como crímenes de guerra y de lesa humanidad. Podemos decir, entonces, que el Estado de Israel es un Estado terrorista y, quizás con mayor precisión, es un Estado genocida. Está cometiendo un genocidio dirigido larga y sistemáticamente contra la población palestina asediada en Gaza y contra los campesinos palestinos intimidados, desplazados y hasta asesinados en Cisjordania.

Los países europeos y Estados Unidos han tardado en tratar de frenar la desproporcionada y sangrienta acción militar de Israel. Cuando en la agresión rusa a Ucrania hubo sospechas de que el ejército de Vladimir Putin estaba cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad, la Corte Penal Internacional (CPI) hizo de inmediato investigaciones sobre el terreno, toda Europa occidental y Estados Unidos denunciaron rápidamente las posibles violaciones al derecho internacional humanitario. Durante el asedio israelí a Gaza, desde el fatídico 7 de octubre, la cifra de civiles muertos supera los 13 mil, entre ellos más de 6 mil niños; sin embargo, la presencia in situ de la Corte Penal Internacional tardó más de lo acostumbrado, al punto que hubo protestas de organismos de derechos humanos por esa displicencia. Sólo hasta finales del mes de octubre, el fiscal de la CPI visitó la frontera entre Gaza y Egipto. Hasta ahora, es evidente que los ataques israelíes contra Gaza, amparados en una cuestionable “legítima defensa”, han rebasado el propósito de eliminar al grupo Hamas y se ha vuelto una sistemática matanza de civiles indefensos. La reacción internacional para detener esos crímenes de guerra fue tardía, sólo después de pasado un mes del asedio de Israel sobe Gaza comenzaron los cuestionamientos de las acciones del ejército del primer ministro Netanyahu.

Desde el 7 de octubre hemos visto pasar la Champions League, la Premier League, el Brasileirao, la Bundesliga, el Calcio, la final de la copa Davis, los juegos panamericanos; hemos visto ganar otra vez a Marc Vestappen, hemos gozado con los goles del noruego Halan, del polaco Lewandowski, del inglés Bellingham, del francés Mbappé, del belga Lukaku, del egipcio Salah, del brasileño Vinicius y un larguísimo etcétera. Mientras todo eso nos ha divertido, han sido asesinados cerca de 6 mil niños en Gaza. Este mundo veloz y despiadado no ha tenido tiempo ni deseos ni el derecho de detenerse un minuto para guardar silencio por la cifra de 13 mil civiles palestinos asesinados por el Estado Israel. Tal vez sí lo ha hecho en solidaridad con los civiles asesinados y secuestrados israelíes.

A las señoras y señores del Instituto Max Planck, de Human Rights Watch, de la Corte Penal Internacional podemos preguntarles: ¿qué relación hay entre los 6 mil niños palestinos asesinados en Gaza desde el 7 de octubre hasta el 23 de noviembre y la “legítima defensa” de Israel? ¿Qué vínculo había entre esos 6 mil niños asesinados y el grupo Hamas al que Israel persigue y pretende eliminar? ¿Esos niños eran combatientes de Hamas? ¿Qué relación hay entre la dimensión y la dirección de los proyectiles del ejército de Israel y el asesinato de 6 mil niños? ¿Qué milimetría jurídica puede justificar esa matanza? ¿No debe iniciarse un proceso contra el señor Netanyahu por crímenes de guerra? Yo tengo una respuesta: Hamas cometió un acto terrorista el 7 de octubre, Israel ha estado exterminando civiles indefensos desde el 7 de octubre hasta el inicio de la actual tregua. Israel es, por tanto, un Estado genocida, un Estado terrorista.

Berlín, Londres y París han preferido convocar marchas contra el antisemitismo, en una grave distorsión de lo que ha venido sucediendo en los dos últimos meses. En realidad, estamos asistiendo a un momento definitivo de desvalorización de las religiones en el mundo. Los judíos, los musulmanes, los católicos, los cristianos ortodoxos, los anglicanos, los luteranos no nos enseñan altruismo, no practican el amor al prójimo. Todas esas religiones odian, todas esas religiones asesinan. Ninguna de esas religiones enseña a ser mejores humanos.

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