Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

sábado, 9 de febrero de 2013

Pintado en la Pared No. 82




Parte 6: María

JORGE ISAACS,

UN ESCRITOR CONSERVADOR QUE SE VOLVIÓ LIBERAL



Mientras la vida y la obra de Eugenio Díaz Castro han sido muy débilmente ponderadas, la vida y la obra de Jorge Isaacs han sido motivo de un voluminoso desparrame de críticos de aquí y de acullá. Saturación, lugares comunes y diversidad en la modulación crítica son algunos rasgos previsibles de la abundante bibliografía acerca de María y su autor. Sin embargo, a pesar de la abundancia, es muy reciente la compilación rigurosa de su obra con notas críticas y precedida de una laboriosa indagación que ha culminado en los tomos publicados por la Universidad Externado de Colombia, bajo el cuidado de la profesora María Teresa Cristina, la investigadora más juiciosa sobre la obra de Isaacs; por eso la edición de María que hemos preferido utilizar es aquella amparada en la edición crítica que acabamos de mencionar y que nos devuelve la versión original legada por Isaacs que había sido olvidada por los descuidos y omisiones de las ediciones sucesivas1. Tampoco existe, a pesar de los intentos tan variados, una biografía confiable y hemos decidido aferrarnos a los datos escuetos que acoge y reproduce la investigadora Cristina. Digamos, para empezar, que el autor de María nació en 1837 y murió en 1895; hijo de un comerciante inglés de origen judío que llegó a la entonces Gran Colombia, cuando hubo una estrecha relación económica y política entre la naciente república y el imperio británico. La fortuna inicial de su familia provino de la explotación de minas de oro en el suroccidente de la Nueva Granada en el decenio 1820. Luego se estableció en el valle del gran Cauca donde compró dos haciendas, una de ellas aún hoy famosa por haber devenido un próspero ingenio azucarero.2 En la biografía de Isaacs asoma de inmediato un rasgo diferenciador con respecto a Díaz Castro; Isaacs provenía de manera conspicua de una familia acaudalada; su trayectoria pública, en buena parte, fue la de un funcionario con encargos importantes principalmente durante su vínculo con los gobiernos radicales; ocupó cargos de representación política, fue designado además en cargos relacionados con la diplomacia, la instrucción pública y las expediciones científicas. Su parábola política fue excepcional en comparación con otros hombres públicos colombianos del siglo XIX; fue de los muy pocos, por no decir el único, que de ser dirigente del partido conservador, decidió hacia 1870 ingresar en las filas del partido liberal y más estrictamente en la órbita de la facción radical. Rareza ostensible cuando fue frecuente dar el paso contrario. Pocas explicaciones plausibles asoman para semejante caso excepcional; nosotros aventuramos que su salto del conservatismo al liberalismo radical se debió, principalmente, a su precaria situación económica y a la necesidad de tener acceso a puestos públicos por designación que eran posibles si había algún vínculo con el liberalismo radical entonces en el poder; los cargos que ocupó casi inmediatamente después de su transformación política pueden contribuir en la explicación de su conducta.


Cuando escribió María, valga precisarlo, Jorge Isaacs era un notable del conservatismo colombiano; y antes de escribirla había cumplido con un proceso de legitimación literaria ante el círculo letrado bogotano guiado por la dirigencia conservadora y, especialmente, por el ya ineludible José María Vergara y Vergara. Es decir, su novela no fue, como en el caso de Díaz Castro, su primera carta de presentación ante los letrados establecidos en Bogotá; en 1864, Isaacs se aproximó a la tertulia ya consolidada del periódico El Mosaico con una compilación de su obra poética que había concebido desde fines del decenio 1850. La aprobación pública de sus poemas, registrada en el mencionado periódico, lo ratificaba como un joven escritor del cual se esperaba, para entonces, próximas y mejores producciones literarias.3 Esta es otra diferencia sustancial en la génesis de ambas novelas; mientras Díaz Castro, completamente desconocido, llegaba con su novela en busca de un mentor que la aprobara, en un momento en que aún no se había establecido una institución literaria que reuniese un círculo más o menos consolidado de escritores, Jorge Isaacs, en cambio, llegó a Bogotá en un momento en que ya había un círculo letrado reunido en una tertulia, con una publicación que sumaba varios años de existencia y cuando José María Vergara y Vergara, escribiendo principalmente en El Mosaico, se había erigido en el conductor del canon literario. En las páginas de aquel periódico, el dirigente conservador dictaminaba con sistema acerca de obras que debían o no ser leídas según los criterios moralizantes del dogma católico y según, sobre todo, el ascenso de los lemas de un catolicismo intransigente. En suma, Jorge Isaacs va a presentar su María, en 1867, cuando ya era un escritor conocido y aceptado por el círculo letrado legitimador anclado en Bogotá; es más, cuando ya acumulaba una trayectoria de hombre público que, incluso, había tenido participación muy activa en la guerra civil de 1860 en contra de los liberales. Por tanto, era en el momento de poner a circular su novela un distinguido escritor y un reconocido dirigente del conservatismo colombiano.

Pero, precisemos: la génesis de la novela, según los datos biográficos, podemos situarla en un momento liminar de las adhesiones políticas y de la situación económica del autor; entre la guerra civil de 1860, en que había luchado contra el general Mosquera, y 1867, año de la primera edición de la exitosa novela, hubo mutaciones en su vida personal muy ostensibles y, a nuestro modo de ver, determinantes. Una de ellas fue la muerte de su padre, el 16 de marzo de 1861, algo que lo obligó a encargarse de los negocios familiares que iban, en ese momento, en inminente decadencia; la dedicación a las actividades comerciales y principalmente a resolver las deudas que dejó su padre, le impidió continuar con sus estudios auto-didactas de medicina y botánica. Poco después de la muerte de su padre, su familia perdió dos haciendas; para 1864, el entonces presidente Mosquera lo nombró inspector de caminos para el trayecto entre Cali y Buenaventura, puerto sobre el océano Pacífico; se supone que en el desempeño de ese cargo, en condiciones climáticas muy adversas, inició la redacción de María. La escritura de la novela siguió en Bogotá, en 1865, mientras atendía una tienda de mercancías importadas. Es decir, María fue escrita en un momento crítico para el autor; un padre recién fallecido, una ruina económica plasmada en la pérdida de las haciendas, un cargo oficial obtenido del gobierno radical presidido por su otrora enemigo político, el general Mosquera, y una dedicación a las actividades de comercio que debieron permitirle e incentivarle la escritura de una obra que tuvo, de inmediato, un éxito en ventas. En fin, la escritura y aparición de la novela debemos situarla en el umbral de su salida del partido conservador y de su adhesión al partido liberal, oficializada en 1869, cuando ya preparaba la segunda edición de María.

La novela fue escrita, no lo perdamos de vista, por alguien que estaba cerca de volverse un dirigente liberal y que tenía algún conocimiento de los ritmos comerciales de la época; no podemos despreciar, en cualquier análisis, que Isaacs, sin duda, conocía o intuía las posibilidades de su manuscrito en un momento de ascenso propagandístico de la prensa conservadora, por entonces mucho más exitosa que la prensa liberal. Las posteriores ediciones de la novela dieron cuenta de la ambivalencia política de Isaacs. Por ejemplo, en aquellos aspectos auto-biográficos vertidos en su obra, el autor osciló entre suprimir o registrar ciertas precisiones; una muy evidente está expuesta en el primer párrafo de la novela; las tres primeras ediciones suprimieron el nombre del colegio de Bogotá donde hizo sus primeros estudios, luego, protegido por el aura de su nueva militancia en el liberalismo radical, se decidió por colocar el nombre del colegio de Lorenzo María Lleras, un trasegado educador, fundador de los primeros clubes políticos liberales a fines del decenio de 1830.4

1 Anunciamos que nuestra lectura de María se apoya en la edición preparada por la Universidad Externado de Colombia de las Obras completas de Jorge Isaacs, vol. 1, María, Bogotá, 2005.
2 Se trata de la hacienda Manuelita, adquirida hacia 1840; la otra hacienda, famosa por ser el principal escenario de la novela María, llamada hacienda El Paraíso, fue propiedad de la familia Isaacs entre 1855 y 1858.
3En una solemne velada, se hizo la presentación del “nuevo literato”, quien leyó treinta de sus composiciones y luego “se determinó que los versos del señor Isaacs salieran a luz en un tomo costeado por las trece personas que lo oyeron”, “Novedad literaria”, El Mosaico, Bogotá, No. 21, 4 de junio de 1864, p. 163.
4 Jorge Isaacs, María, Universidad Externado de Colombia, 2005, p. 3. Véase en esa página la nota crítica de la editora al respecto.

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