Parte
6: María
JORGE ISAACS,
UN ESCRITOR CONSERVADOR QUE SE VOLVIÓ LIBERAL
Mientras
la vida y la obra de Eugenio Díaz Castro han sido muy débilmente
ponderadas, la vida y la obra de Jorge Isaacs han sido motivo de un
voluminoso desparrame de críticos de aquí y de acullá. Saturación,
lugares comunes y diversidad en la modulación crítica son algunos
rasgos previsibles de la abundante bibliografía acerca de María
y su autor. Sin embargo, a pesar de la abundancia, es muy reciente la
compilación rigurosa de su obra con notas críticas y precedida de
una laboriosa indagación que ha culminado en los tomos publicados
por la Universidad Externado de Colombia, bajo el cuidado de la
profesora María Teresa Cristina, la investigadora más juiciosa
sobre la obra de Isaacs; por eso la edición de María
que hemos preferido utilizar es aquella amparada en la edición
crítica que acabamos de mencionar y que nos devuelve la versión
original legada por Isaacs que había sido olvidada por los descuidos
y omisiones de las ediciones sucesivas1.
Tampoco existe, a pesar de los intentos tan variados, una biografía
confiable y hemos decidido aferrarnos a los datos escuetos que acoge
y reproduce la investigadora Cristina. Digamos, para empezar, que el
autor de María
nació en 1837 y murió en 1895; hijo de un comerciante inglés de
origen judío que llegó a la entonces Gran Colombia, cuando hubo una
estrecha relación económica y política entre la naciente república
y el imperio británico. La fortuna inicial de su familia provino de
la explotación de minas de oro en el suroccidente de la Nueva
Granada en el decenio 1820. Luego se estableció en el valle del gran
Cauca donde compró dos haciendas, una de ellas aún hoy famosa por
haber devenido un próspero ingenio azucarero.2
En la biografía de Isaacs asoma de inmediato un rasgo diferenciador
con respecto a Díaz Castro; Isaacs provenía de manera conspicua de
una familia acaudalada; su trayectoria pública, en buena parte, fue
la de un funcionario con encargos importantes principalmente durante
su vínculo con los gobiernos radicales; ocupó cargos de
representación política, fue designado además en cargos
relacionados con la diplomacia, la instrucción pública y las
expediciones científicas. Su parábola política fue excepcional en
comparación con otros hombres públicos colombianos del siglo XIX;
fue de los muy pocos, por no decir el único, que de ser dirigente
del partido conservador, decidió hacia 1870 ingresar en las filas
del partido liberal y más estrictamente en la órbita de la facción
radical. Rareza ostensible cuando fue frecuente dar el paso
contrario. Pocas explicaciones plausibles asoman para semejante caso
excepcional; nosotros aventuramos que su salto del conservatismo al
liberalismo radical se debió, principalmente, a su precaria
situación económica y a la necesidad de tener acceso a puestos
públicos por designación que eran posibles si había algún vínculo
con el liberalismo radical entonces en el poder; los cargos que ocupó
casi inmediatamente después de su transformación política pueden
contribuir en la explicación de su conducta.
Cuando
escribió María,
valga precisarlo, Jorge Isaacs era un notable del conservatismo
colombiano; y antes de escribirla había cumplido con un proceso de
legitimación literaria ante el círculo letrado bogotano guiado por
la dirigencia conservadora y, especialmente, por el ya ineludible
José María Vergara y Vergara. Es decir, su novela no fue, como en
el caso de Díaz Castro, su primera carta de presentación ante los
letrados establecidos en Bogotá; en 1864, Isaacs se aproximó a la
tertulia ya consolidada del periódico El
Mosaico con una compilación de su obra
poética que había concebido desde fines del decenio 1850. La
aprobación pública de sus poemas, registrada en el mencionado
periódico, lo ratificaba como un joven escritor del cual se
esperaba, para entonces, próximas y mejores producciones
literarias.3
Esta es otra diferencia sustancial en la génesis de ambas novelas;
mientras Díaz Castro, completamente desconocido, llegaba con su
novela en busca de un mentor que la aprobara, en un momento en que
aún no se había establecido una institución literaria que reuniese
un círculo más o menos consolidado de escritores, Jorge Isaacs, en
cambio, llegó a Bogotá en un momento en que ya había un círculo
letrado reunido en una tertulia, con una publicación que sumaba
varios años de existencia y cuando José María Vergara y Vergara,
escribiendo principalmente en El
Mosaico, se había erigido en el
conductor del canon literario. En las páginas de aquel periódico,
el dirigente conservador dictaminaba con sistema acerca de obras que
debían o no ser leídas según los criterios moralizantes del dogma
católico y según, sobre todo, el ascenso de los lemas de un
catolicismo intransigente. En suma, Jorge Isaacs va a presentar su
María, en
1867, cuando ya era un escritor conocido y aceptado por el círculo
letrado legitimador anclado en Bogotá; es más, cuando ya acumulaba
una trayectoria de hombre público que, incluso, había tenido
participación muy activa en la guerra civil de 1860 en contra de los
liberales. Por tanto, era en el momento de poner a circular su novela
un distinguido escritor y un reconocido dirigente del conservatismo
colombiano.
Pero, precisemos: la génesis de la novela, según los datos
biográficos, podemos situarla en un momento liminar de las
adhesiones políticas y de la situación económica del autor; entre
la guerra civil de 1860, en que había luchado contra el general
Mosquera, y 1867, año de la primera edición de la exitosa novela,
hubo mutaciones en su vida personal muy ostensibles y, a nuestro modo
de ver, determinantes. Una de ellas fue la muerte de su padre, el 16
de marzo de 1861, algo que lo obligó a encargarse de los negocios
familiares que iban, en ese momento, en inminente decadencia; la
dedicación a las actividades comerciales y principalmente a resolver
las deudas que dejó su padre, le impidió continuar con sus estudios
auto-didactas de medicina y botánica. Poco después de la muerte de
su padre, su familia perdió dos haciendas; para 1864, el entonces
presidente Mosquera lo nombró inspector de caminos para el trayecto
entre Cali y Buenaventura, puerto sobre el océano Pacífico; se
supone que en el desempeño de ese cargo, en condiciones climáticas
muy adversas, inició la redacción de María. La escritura de
la novela siguió en Bogotá, en 1865, mientras atendía una tienda
de mercancías importadas. Es decir, María fue escrita en un
momento crítico para el autor; un padre recién fallecido, una ruina
económica plasmada en la pérdida de las haciendas, un cargo oficial
obtenido del gobierno radical presidido por su otrora enemigo
político, el general Mosquera, y una dedicación a las actividades
de comercio que debieron permitirle e incentivarle la escritura de
una obra que tuvo, de inmediato, un éxito en ventas. En fin, la
escritura y aparición de la novela debemos situarla en el umbral de
su salida del partido conservador y de su adhesión al partido
liberal, oficializada en 1869, cuando ya preparaba la segunda edición
de María.
La novela fue escrita, no lo perdamos de vista,
por alguien que estaba cerca de volverse un dirigente liberal y que
tenía algún conocimiento de los ritmos comerciales de la época; no
podemos despreciar, en cualquier análisis, que Isaacs, sin duda,
conocía o intuía las posibilidades de su manuscrito en un momento
de ascenso propagandístico de la prensa conservadora, por entonces
mucho más exitosa que la prensa liberal. Las posteriores ediciones
de la novela dieron cuenta de la ambivalencia política de Isaacs.
Por ejemplo, en aquellos aspectos auto-biográficos vertidos en su
obra, el autor osciló entre suprimir o registrar ciertas
precisiones; una muy evidente está expuesta en el primer párrafo de
la novela; las tres primeras ediciones suprimieron el nombre del
colegio de Bogotá donde hizo sus primeros estudios, luego, protegido
por el aura de su nueva militancia en el liberalismo radical, se
decidió por colocar el nombre del colegio de Lorenzo María Lleras,
un trasegado educador, fundador de los primeros clubes políticos
liberales a fines del decenio de 1830.4
1
Anunciamos que nuestra lectura de María se apoya en la
edición preparada por la Universidad Externado de Colombia de las
Obras completas de Jorge Isaacs, vol. 1, María,
Bogotá, 2005.
2
Se trata de la hacienda Manuelita, adquirida hacia 1840; la otra
hacienda, famosa por ser el principal escenario de la novela María,
llamada hacienda El Paraíso, fue propiedad de la familia Isaacs
entre 1855 y 1858.
3En
una solemne velada, se hizo la presentación del “nuevo literato”,
quien leyó treinta de sus composiciones y luego “se determinó
que los versos del señor Isaacs salieran a luz en un tomo costeado
por las trece personas que lo oyeron”, “Novedad literaria”, El
Mosaico, Bogotá, No. 21, 4 de junio de 1864, p. 163.
4
Jorge Isaacs, María,
Universidad Externado de Colombia, 2005, p. 3. Véase en esa página
la nota crítica de la editora al respecto.
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