Biografía, ¿para
qué?
El
17 y el 18 de octubre tuvo lugar en México D.F. el Congreso Internacional
titulado “Biografía, ¿para qué?”, organizado por el Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). La conferencia inaugural
estuvo a cargo de François Dosse, autor de El
arte de la biografía y de, además, dos biografías intelectuales, la de
Michel de Certeau y, más recientemente, la de Paul Ricoeur. Fueron dos días
intensos en que fue posible conocer muy diversas experiencias en la escritura
biográfica. El evento fue auspiciado por un grupo de biógrafas, liderado por
las profesoras Daniela Spenser y Mílada Bazant, que comunicó con pasión su
vínculo con un género de investigación y de escritura muy difícil de situar en
el espectro de las ciencias humanas contemporáneas.
La
reunión sirvió para compartir experiencias y para discutir tendencias,
concepciones, prácticas en torno a la escritura biográfica. Unos parten del
inicial apego a la disciplina histórica; otros y otras han hecho unas
trayectorias mucho más cercanas a la antropología, a la literatura, a la
filosofía, al periodismo. Para unos, la
biografía es un ajuste de cuentas con ciertos nombres del pasado; para otros es
un ejercicio dentro de las luchas por la representación a las que estamos habituados
en la profusión de discursos de estos tiempos; para otros más se trata del
rescate de individuos olvidados por las generalizaciones estructurales de la
gran historia. Algunos se presentaron con una experiencia tras de sí que les
permitió comunicar una síntesis de su percepción de los alcances, límites y
riesgos de la escritura biográfica. Otros prefirieron compartir casos muy puntuales,
obras en proceso que contienen sus muy particulares matices.
El
evento fue una intensa conversación sobre un mundo posible. La biografía
constituye un universo propio con muchas más afinidades que lejanías con
respecto a las ciencias humanas. Ha sido un desafío a unas normas rígidas de
escritura que han empobrecido el lenguaje de esas ciencias, pero también ha
sido una propuesta de apertura a un diálogo indispensable que trasciende las
fronteras artificiales de los mundos mono-disciplinares. La biografía, hasta para
el más positivista de los investigadores sociales, es desde un simple
instrumento documental hasta un fin en sí mismo que combina el oficio y el
arte, la verdad y la ficción, el rigor y la belleza. Hasta el historiador más
geométrico la concibe como el corolario de la exhaustividad. Sin embargo, es
muy significativo que la expansión de este interés por lo biográfico haya
partido de la antropología y no de la muy recatada disciplina histórica.
Fue
un privilegio escuchar a Michael Scammel, Eric van Young, Fabienne Bradu, Tomás
Pérez Vejo. A jóvenes investigadoras como Aurelia Valero y Rebeca García Corzo.
También supimos de los trabajos en ciernes de Daniela Spenser, Mílada Bazant y
Sergio Francisco Rosas. Y alrededor de ellos hay, por lo menos en lo que
pudimos captar en la corta estadía, una veintena de biógrafas y biógrafos que
están desbrozando la dimensión de un método, de un arte y de un tipo de
escritura. Al final, Pavel Granados, escritor y editor, hizo un balance y lanzó
una inteligente provocación sobre la escritura de biografías y, además, se
permitió evocar la contribución de quien es, hoy por hoy, el mejor escritor de
biografías en Colombia: Fernando Vallejo.
Habrá
tiempo para seguir conversando; no sería exótico pensar en una revista
latinoamericana que examine sistemáticamente el recurso biográfico. Hace falta
seguir pensando sobre la importancia del individuo singular en la historia,
sobre las relaciones de lo biográfico con las tradiciones disciplinares de las
ciencias humanas, sobre las hibridaciones entre verdad y ficción, sobre los
retos narrativos de lo biográfico. Queda la tarea de ampliar esa conversación a
nuestros colegas del sur de América hasta consolidar una comunidad de
pensamiento y de escritura que corresponda con este interés expandido por
nuestras amigas del CIESAS.
Profesor Loaiza, una muy llamativa entrada, ojalá y la conversación sobre el tema no cese y al contrario pueda ampliarse en lo venidero. La idea de una revista plantea también un reto académico muy interesante. Añado una pequeña observación: Dosse también ha publicado biografías de Deleuze y Guattari (una biografía cruzada de ambos), siendo su más reciente aporte no el relativo a Ricoeur, sino a Pierre Nora, publicado en 2011, y que -singularmente- apellidó como Homo historicus. Una traducción al castellano de esta última entrega no nos vendría mal.
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