Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

jueves, 9 de noviembre de 2023

Pintado en la Pared No. 302

 Israel es el agresor sistemático

 

Antes de la cruenta incursión armada del movimiento Hamas en territorio de Israel, en octubre 7 de 2023; antes de que ese grupo perpetrara la matanza y secuestro de civiles, lo cual constituye, por supuesto, un crimen de guerra; antes de eso, Israel ya era un agresor sistemático del pueblo palestino, un violador continuo del derecho internacional humanitario, un conculcador de los derechos y libertades civiles de los palestinos. A eso le llamamos, en la ciencia histórica, poner en contexto unos agentes individuales y colectivos con sus acciones. La acción terrorista, brutal, sangrienta (todos los adjetivos que juzguemos apropiados) de Hamas no salió de la nada; no fue solamente iracundia religiosa de un grupo armado que preparó esta sorpresiva acción contra civiles israelíes. Antes de ese día, el Estado de Israel y, en particular, el gobierno de Netanyahu, había acumulado un prontuario de violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino escindido en los territorios de la franja de Gaza y Cisjordania. Y, a pesar de las denuncias de la misma ONU y de su secretario general, Antonio Guterres, Israel siguió violando derechos y agrediendo a los palestinos en la completa impunidad. La impunidad es el gran regalo que las potencias del mundo occidental le dan a su hijo travieso y mimado llamado Israel.

Basándonos en informes oficiales de la ONU, podemos hacer una rápida cronología de algunas de las agresiones más recientes que ha venido practicando Israel contra Palestina, antes del episodio fatal del 7 de octubre de 2023. Así, por ejemplo, el 7 de junio de 2022, la Comisión de Investigación para los Territorios Palestinos Ocupados informó que “la ocupación, la discriminación y la cultura de impunidad de Israel son las causas principales de las tensiones recurrentes, la inestabilidad y la prolongación del conflicto en la región”. Esa comisión fue establecida por el Consejo de Derechos Humanos en mayo 2021 y un año después entregó su informe en que, además, aseveró que “Israel no tiene intención de poner fin a la ocupación” y que sus acciones “generan frustración en los palestinos y conducen a una sensación de desesperación”. En octubre de ese año, y como consecuencia del informe anterior, la Comisión de Investigación pidió que el caso de la ocupación ilegal de territorios palestinos fuese remitido a la Corte Internacional de Justicia. En su ampliación del informe, la Comisión habló del “daño silencioso” infligido por Israel a la población Palestina al reducir su espacio, al limitarle el acceso al agua potable. Más cerca en el tiempo, el 13 de febrero de 2023, tres relatores especiales de la ONU denunciaban que “en el primer mes de este año, Israel demolió 132 edificaciones en la Cisjordania ocupada, 34 eran estructuras residenciales de palestinos”. Los relatores consideraron que “esas acciones, sumadas a la construcción de asentamientos ilegales, constituyen un crimen al que llaman domicidio e instan a la comunidad internacional a tomar medidas para detenerlo”.

Muy poco antes del fatídico octubre, en el mes de junio, la Comisión Independiente Internacional, encargada de la investigación de los territorios palestinos ocupados, afirmó que Israel estaba cometiendo un conjunto de violaciones a los derechos humanos con el propósito de “consolidar su ocupación permanente a expensas del pueblo palestino”. En una versión ampliada del informe, la presidenta de la comisión investigadora dijo que “el gobierno israelí ha restringido cada vez más el espacio cívico a través de una estrategia de deslegitimación y silenciamiento de la sociedad civil palestina e israelí, para sofocar la disidencia, frustrar las instituciones y prácticas democráticas y fortalecer el autoritarismo”. Y poco más adelante afirmó algo que puede ayudarnos aún más a entender lo que viene sucediendo en este último mes sangriento: según la investigadora, la estrategia israelí incluye “criminalizar a las organizaciones de la sociedad civil palestina y a sus miembros etiquetándolos como terroristas ”.

Lo que ha venido sucediendo en los últimos años en el asedio de Israel a la población palestina explica, no  justifica, las acciones violentas de Hamas y puede ayudarnos a entender cuál ha sido el comportamiento sistemático de Israel como agresor permanente, como violador sistemático de los derechos humanos de los palestinos.

Ya sabemos, por el comportamiento presente de las potencias occidentales, que las acciones de Israel, ayer y hoy, cuentan con el apoyo incuestionable de aquellos países que animan un proceso colonizador sangriento en Oriente Medio. Es cierto que el grupo Hamas y que la Autoridad Palestina han sacado provecho de las tensas relaciones con Israel para perseguir, amenazar y hasta matar a sus opositores en la propia Palestina, pero eso no borra ni desmiente el peso de las agresiones continuas de la política anexionista israelí.

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