Israel es el agresor sistemático
Antes
de la cruenta incursión armada del movimiento Hamas en territorio de Israel, en
octubre 7 de 2023; antes de que ese grupo perpetrara la matanza y secuestro de
civiles, lo cual constituye, por supuesto, un crimen de guerra; antes de eso,
Israel ya era un agresor sistemático del pueblo palestino, un violador continuo
del derecho internacional humanitario, un conculcador de los derechos y libertades
civiles de los palestinos. A eso le llamamos, en la ciencia histórica, poner en
contexto unos agentes individuales y colectivos con sus acciones. La acción terrorista,
brutal, sangrienta (todos los adjetivos que juzguemos apropiados) de Hamas no
salió de la nada; no fue solamente iracundia religiosa de un grupo armado que
preparó esta sorpresiva acción contra civiles israelíes. Antes de ese día, el
Estado de Israel y, en particular, el gobierno de Netanyahu, había acumulado un
prontuario de violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino escindido
en los territorios de la franja de Gaza y Cisjordania. Y, a pesar de las
denuncias de la misma ONU y de su secretario general, Antonio Guterres, Israel
siguió violando derechos y agrediendo a los palestinos en la completa
impunidad. La impunidad es el gran regalo que las potencias del mundo
occidental le dan a su hijo travieso y mimado llamado Israel.
Basándonos
en informes oficiales de la ONU, podemos hacer una rápida cronología de algunas
de las agresiones más recientes que ha venido practicando Israel contra Palestina,
antes del episodio fatal del 7 de octubre de 2023. Así, por ejemplo, el 7 de
junio de 2022, la Comisión de Investigación para los Territorios Palestinos
Ocupados informó que “la ocupación, la discriminación y la cultura de
impunidad de Israel son las causas principales de las
tensiones recurrentes, la inestabilidad y la prolongación del conflicto en la
región”. Esa comisión fue establecida por el Consejo de Derechos Humanos en mayo
2021 y un año después entregó su informe en que, además, aseveró que “Israel no
tiene intención de poner fin a la ocupación” y que sus acciones “generan frustración
en los palestinos y conducen a una sensación de
desesperación”. En octubre de ese año, y como consecuencia del informe
anterior, la Comisión de Investigación pidió que el caso de la ocupación ilegal
de territorios palestinos fuese remitido a la Corte Internacional de Justicia.
En su ampliación del informe, la Comisión habló del “daño silencioso” infligido
por Israel a la población Palestina al reducir su espacio, al limitarle el
acceso al agua potable. Más cerca en el tiempo, el 13 de febrero de 2023, tres
relatores especiales de la ONU denunciaban que “en el primer mes de este año,
Israel demolió 132 edificaciones en la Cisjordania ocupada, 34 eran estructuras
residenciales de palestinos”. Los relatores consideraron que “esas acciones,
sumadas a la construcción de asentamientos ilegales, constituyen un crimen al
que llaman domicidio e instan a la comunidad internacional a tomar medidas
para detenerlo”.
Muy
poco antes del fatídico octubre, en el mes de junio, la Comisión Independiente Internacional,
encargada de la investigación de los territorios palestinos ocupados, afirmó
que Israel estaba cometiendo un conjunto de violaciones a los derechos humanos
con el propósito de “consolidar su ocupación permanente a expensas del pueblo
palestino”. En una versión ampliada del informe, la presidenta de la comisión
investigadora dijo que “el gobierno israelí ha restringido
cada vez más el espacio cívico a través de una estrategia de deslegitimación y
silenciamiento de la sociedad civil palestina e israelí, para
sofocar la disidencia, frustrar las instituciones y prácticas democráticas y
fortalecer el autoritarismo”. Y poco más adelante afirmó algo que puede
ayudarnos aún más a entender lo que viene sucediendo en este último mes
sangriento: según la investigadora, la estrategia israelí incluye “criminalizar a las
organizaciones de la sociedad civil palestina y a sus miembros etiquetándolos
como terroristas ”.
Lo que ha venido sucediendo en
los últimos años en el asedio de Israel a la población palestina explica, no justifica, las acciones violentas de Hamas y puede ayudarnos a
entender cuál ha sido el comportamiento sistemático de Israel como agresor
permanente, como violador sistemático de los derechos humanos de los
palestinos.
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