Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

domingo, 25 de febrero de 2024

Pintado en la Pared No. 308

José Carlos Mariátegui y su incompleta realidad

 

José Carlos Mariátegui (Moquegua, 1894-Lima, 1930) es un símbolo del intelectual y político de inicios del siglo XX en América latina. Para él, como otros de su época, la acción política era labor incompleta sin un sustento intelectual; y viceversa, la vida intelectual sin praxis era también insuficiente. Su libro Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana inicia en el ámbito latinoamericano, o por lo menos propone, la interpretación marxista de la sociedad. Cuando publica aquellos ensayos, en 1928, Mariátegui ya era un trasegado escritor y un destacado líder político. Precisamente, ese año acababa de fundar el Partido Socialista Peruano, acumulaba más de una década escribiendo artículos en periódicos y revistas. Venía de vivir en Italia, donde conoció el mundo obrero y las contradicciones de la izquierda europea que contribuyeron al ascenso del fascismo; su estadía en Europa le sirvió, además, para formarse en el marxismo, en el conocimiento de las novedades estéticas de las vanguardias y de la obra de Sigmund Freud.

Hay que suponer que Siete ensayos es la aplicación de un método de análisis marxista que reúne un diagnóstico y unas soluciones. El diagnóstico tiene un fundamento histórico que podemos considerar superficial. Mariátegui no aplicó un método de indagación basado en la consulta de archivos, sino que más bien discutió con la pobre tradición historiográfica de fines del siglo XIX y comienzos del XX, una tradición que le brindaba algunas cifras, alguna visión general del proceso histórico del Perú.

El libro no es orgánico, es la reunión de ensayos cuyas primeras versiones tuvieron vida en revistas que él fundó o dirigió como Mundial y Amauta. El epígrafe de Nietzsche, tomado de El viajero y su sombra, y la advertencia que él escribe ayudan a comprender que el libro no fue su gran objetivo. Él buscaba, más bien, una discusión cotidiana en el periodismo político de entonces mediante ensayos que no buscaban ni el rigor ni el refinamiento del libro que fue un desenlace que él mismo no había proyectado. En fin, con esa advertencia hay que comenzar a entender este ejercicio de interpretación de la realidad de un país latinoamericana en los comienzos del siglo XX.

Un lector atento tendrá que tomar nota tanto de la socio-génesis como de las advertencias que preceden estos ensayos. Son ensayos en el mejor sentido del término, son tentativas de explicación inacabadas, expuestas al debate; son además imperfectos porque no provienen de un metódico trabajo de compilación y análisis de fuentes documentales. Allí puede estar la flaqueza explicable del libro; pero su fortaleza está en la comunión que logra cuando su experiencia formativa en Europa la pone a funcionar en un esfuerzo por explicar el proceso histórico de su país. Conocedor de las circunstancias del mundo occidental, conocedor de las mutaciones intelectuales de su época, la transición del positivismo spenceriano al espiritualismo bergsoniano y a las variantes de la psicología que le dieron importancia a la dimensión religiosa y mística de la vida humana, Mariátegui parecía tener los instrumentos suficientes para tratar de incorporar la historia de su país a la historia mundial.

(SIGUE)

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