Hoja suelta de opinión del profesor Gilberto Loaiza Cano. Licenciado en Filología, Master en Historia y Doctor en Sociología. Profesor titular del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle. Premio Ciencias Sociales y Humanas, Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012. Línea de investigación: Historia intelectual de Colombia.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Pintado en la Pared No. 315

 

Humanidades, 60 años

La Facultad de Humanidades cumple sesenta años, eso quiere decir que su nacimiento y su existencia corresponden con el proceso general de institucionalización y profesionalización de las ciencias humanas en Colombia. La sitúa en la formación de docentes e investigadores que han difundido una artesanía intelectual propia de unas ciencias que han contribuido al conocimiento del ser colectivo colombiano. La existencia ha sido lo suficientemente larga para hablar de dos o tres generaciones de investigadores que han dejado legados, que han construido paradigmas. Y su existencia es a la vez muy corta si comparamos con la larga tradición de las ciencias humanas en Europa. En buena medida, nuestra corta existencia institucional ha transcurrido en la reproducción –por fortuna casi siempre crítica- del canon europeo de las ciencias humanas.

Nuestro recorrido, largo o corto, eso depende de cómo lo midamos, ha dejado impronta, pero también falta mucho por recorrer. Hay una institucionalidad firme, pero falta mucho por fijar y establecer de forma más nítida. Por ejemplo, las ciencias humanas colombianas no tienen un balance de sus logros y sus vacíos; no sabemos qué hemos hecho bien y qué hemos venido haciendo mal. No tenemos un balance de los objetos, los temas y los métodos que han predominado por lo menos en los últimos tres decenios. La carencia de ese balance es un enorme descuido. La creación de una asociación colombiana de facultades de ciencias humanas tenía -o tiene- en sus propósitos construir interdisciplinariamente ese necesario balance. Nuestra Facultad de Humanidades había participado en la fundación de esa asociación e inexplicablemente se retiró, de modo que esta celebración de 60 años nos toma en un aislamiento que se suma a un bloqueo académico cuyas secuelas apenas estamos asimilando.

Parte de ese bloqueo académico que padece nuestra Facultad de Humanidades proviene del lamentable hecho de la desclasificación de la mayoría de nuestras revistas especializadas. Tan solo sobrevive en la categoría C de Publindex la revista de Ciencias del lenguaje. La caída de nuestras revistas es responsabilidad compartida por las direcciones de esas publicaciones, los departamentos y escuelas, la dirección de la Facultad y el programa editorial. A ese resultado lamentable se suma la precaria, por no decir nula, cultura editorial de la Universidad del Valle que ha vuelto casi imposible que publiquemos los libros que son resultado de nuestras investigaciones.

Nuestros doctorados son mediocres programas de fin de semana sin ningún atractivo de becas que garantice tesis doctorales de alto nivel en investigación. No ha habido funcionarios ni en la dirección de la Facultad ni en las vicerrectorías ni en la oficina de planeación que lideren la gestión de recursos de las regalías que se plasmen en becas para doctorandos y doctorandas. Hacer estudios de doctorado en condiciones tan ruinosas solo provoca conmiseración.

¿Será posible que en esta celebración de los 60 años la dirección de la oficina de planeación se acuerde de nosotros y ejecute algún plan de recuperación de la infraestructura de nuestros edificios? Recuerdo que, en 2016, en los consejos de Facultad, se hablaba de un plan y unos recursos de la OPDI para mejorar las condiciones locativas. Estaba previsto un traslado del taller de imprenta que ocupa el primer piso del edificio Zuleta, el traslado de la cafetería del segundo piso, la modernización del cableado de energía eléctrica, la adecuación de salones y oficinas de profesores, la reparación de techos y paredes. Hoy, en 2024, nada de eso se ha ejecutado. Muchos profesores siguen sin oficinas y todavía tenemos que ir a cepillarnos los dientes a los baños del centro comercial que está al otro lado de la avenida ¿Qué nos ha hecho merecedores de tanto olvido, señor director de la OPDI?

El mejor regalo que podemos hacernos como una comunidad académica específica es una renovada y renovadora dirección de la Facultad; hace falta conquistar una política de investigación diferenciada, propia del quehacer de las ciencias humanas; deberíamos avizorar la creación de un programa de pregrado en Antropología, de un doctorado en Historia y otro en Etnolingüística, por ejemplo. Sobre todo, hace falta conocernos y reconocernos como una comunidad académica. Hemos dejado de saber de nosotros mismos y nos hemos sumido en soluciones individuales e individualistas ante el precario ambiente dominante.

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